Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 1 de junio de 2025


Sor Natividad, que era mujer de mucho entendimiento y estaba acostumbrada a los pueriles entusiasmos de su compañera, no hizo más que sonreír con bondad. Hubiera dicho a Sor Facunda: «qué tonta es usted, hija»; pero no le dijo nada; y sacando un manojo de llaves se fue hacia el guardarropa. «¿Pero en dónde está esa locapreguntó después.

Y la criatura aquella salía ya patio adelante entre la fuente y los rosales de las macetas, que en aquel momento solemne la saludaban, la una con sus rumores más blandos, y las otras con su fragancia más exquisita, mientras, desde la galería del piso, la vieja ama de llaves, rondeña de pura casta, la echaba saetas, lo mismo que si pasara la Virgen en la procesión de Viernes Santo.

Como usted quiera, mi pobre Duchêne respondió Catalina enternecida ; aquí tiene las llaves de la casa. Y el pobre anciano fue a sentarse al fondo del hogar, en un escabel, con los ojos fijos y la boca entreabierta, como perdido en un largo y doloroso desvarío. Emprendiose la marcha hacia el Falkenstein. Marcos Divès, a caballo, empuñando su largo espadón, constituía la retaguardia.

He cambiado las llaves del cariño por las llaves del cofre del dolor, y voy, o como un viejo o como un niño, muerto para las glorias del amor. Quede en tus manos, pues, la mariposa, quede en tus manos la divina rosa, el agua mansa y la celeste luz, y déjame en limosna la tristeza, las espinas que ciñen mi cabeza, y, más que todo, mi sangrienta cruz.

El único balcón en que se veía luz era el de la señora Chermidy, que estaba en el piso bajo: Mantoux comprendió que le esperaban. Sacó un manojo de llaves falsas que había envuelto en un trapo para que no hiciesen ruido, pero no tuvo tiempo de emplearlas. La señora Chermidy le abrió la puerta. Habla en voz baja dijo . Le Tas acaba de dormirse.

Por daros el alma ¿Fué agravio que ansí La tratáis agora, Sin más advertir Mi honor ni mi amor? ¿No miráis que os di De entrambos las llaves? ¿No habláis? ¿qué decís? Señor Gómez Arias, Duélete de , Que soy niña y muchacha: Nunca en tal me vi.

Despejó el señor Anselmo la estancia, y, con más premura de lo que pudiera esperarse de sus años y achaques, aderezóse don Mateo para salir. Su esposa y su hija estaban, como de costumbre, en la iglesia. Pidió el desayuno. No puedo dárselo, señor. La señora, se ha llevado las llaves, y no hay chocolate fuera. ¡Siempre lo mismo! murmuró el anciano, no tan enojado como debiera.

Miró a la calle y vio por segunda vez a Guillermina que subía. «¿Pero qué trae en la mano?, un palo y un garfio de hierro. ¡Vaya con la santa esta! Algo que le han dado. Dicen que lo acepta todo. Véase por dónde yo le podría ayudar a su obra, dándole media docena de llaves viejas que tengo aquí.

Nos dijo cuanto hay que saber de chismes del pueblo, y nos habló de todas sus habilidades, y nos explicó el modo de hacer salchichas, morcillas de sesos, hojaldres y otros mil guisos y regalos. Nadie la vence en negocios de cocina y de matanza de cerdos, según ella, sino Antoñona, la nodriza de Pepita Jiménez, y hoy su ama de llaves y directora de su casa.

Mas luego bajaron a la bodega, sedientos de vino; no contentos con echar fuera las cubas pequeñas, bebían en las llaves de las pipas grandes, y dejándolas luego abiertas, corría el Montilla de setenta y cinco años, inundando las cuevas. Uno de aquellos salvajes pereció ahogado en vino. Pero al fin se fueron de casa sin cometer atrocidades de otra clase y nos vimos libres de semejante chusma.

Palabra del Dia

cabalgaría

Otros Mirando