United States or Venezuela ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Si sabrá una! ¡Si una hubiera querido! Y suspiró esta señorita de Ozores. Suspiró su hermana también. Ana que descansaba, vestida, sobre su pobre lecho, saltó de él a las primeras palabras de aquella conversación. Pálida como una muerta, con dos lágrimas heladas en los párpados, con las manos flacas en cruz, oyó todo el diálogo de sus tías.

No estés triste... ¡que nunca estás sola! ha bajado una estrella y ha llegado a tu lecho. ¿Conoces su aureola? mi amor hecho centella se refugia en tu pecho. No estés triste... Que también ha bajado un rayo de luna. ¡Yo estoy siempre contigo! mi tristeza a tu lado es siempre, ¡siempre! una caricia de un amigo.

A falta de su mujer, Bonis se contentó con su humilde lecho de soltero, en aquella alcoba suya, testigo de tantos pensamientos, de tantos sueños, de tantos remordimientos, de tantas penas y humillaciones devoradas entre sollozos.

No cabe ni puede caber duda respecto del sitio que ocupaba el lecho de S. M. y en que lanzó el último suspiro, puesto que lo indica matemáticamente la puerta de comunicación con la iglesia, que se rasgó frente por frente á la cama del César, á fin de que, acostado y todo, pudiese ver el altar mayor y oir Misa cuando sus achaques le impedían dejar el lecho.

No es tan niño nuestro héroe como nos pareció cuando por la mañana le vimos acostado en su lecho del siglo XVII. Aunque su rostro, cándido y delicado, es de adolescente, la figura no lo es, y declara en él un joven de veintidós ó veintitrés años, de mediana estatura y bien proporcionado.

Buena y valiente es mi señora, dijo Florela gimiendo; que su dolor ha vencido, su semblante ha compuesto, con vos y con doña Margarita ha hablado como si no la hubiese aguijado el impío dolor que la mordía las entrañas; solícita y amiga con doña Margarita se ha mostrado después de que vos os partisteis, y ella misma en su mismo aposento y en su mismo lecho la ha recogido, y luego se ha ido a aquella cámara donde vos a ella anoche os aparecisteis, y no pudiendo más, allí una congoja tras otra la ha acometido.

La rabia surgió terrible en su alma, y sin reparar en lo que hacía, incorporose en el lecho, alargando las manos a la percha para coger su ropa... «Ahora mismo, ahora mismo voy, y con esta zapatilla le aporreo la cara hasta chafarle la nariz... trasto, indecente. ¡Decir eso...!, ¡una mentira tan grande! ¿Pero qué hora es? ¡Si están dando las doce!

La colocan luego en un resplandeciente lecho de cristal, que ya parece féretro, ya tálamo.

Contrariado Morsamor, se sentó en una silla en el rincón más obscuro de la estancia y casi a los pies del lecho con colgadura que había en ella. En medio de sus cavilaciones, oyó o creyó oír de súbito voces y carcajadas que a lo lejos sonaban por el lado derecho del sitio en que estaba él.

Mandadme dar cena y lecho repuso Quevedo, sentándose otra vez en el sillón que habla dejado, como si se encontrara en su casa. No os he soltado de San Marcos para encerraros otra vez dijo Lerma . Quiero que seamos amigos. ¡Ah, condesa de Lemos! exclamó Quevedo. ¿Por qué nombráis á mi hija, cuando os hablo de otros asuntos? dijo con el acento de quien se siente contrariado, el duque.