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Actualizado: 13 de mayo de 2025
En cuanto a la ausencia de pasos, y a los ladrillos y la arena que no habían sido removidos, vuestros ojos son bastante parecidos a los de un insecto, maese Marner; estáis obligado a mirar de tan cerca, que no podéis ver muchas cosas a la vez.
Andaba con gran cautela, y sus delicados pies parecía que apenas esfloraban los ladrillos del piso. Volvió a pasar junto a mí, dirigiéndose a la escalera, pero retrocedió otra vez. Está loca pensé se dispone a salir sola. Sin duda él le espera en la calle. La muchacha descendió dos o tres peldaños, y tornó a subir. Entonces observé claramente su rostro; estaba muy inmutada.
Era lo que podía reemplazar mejor el horno, puesto que Silas no había consentido nunca que agregaran uno ni tampoco una parrilla a sus exiguas comodidades. Quería a su viejo fogón de ladrillos como había querido a su cántaro de barro negro. ¿No fue delante de aquella hornalla que encontró a Eppie?
»Sin embargo, a pesar de su estado ruinoso, con su gran rueda rota, y la plataforma llena de hierba nacida entre los ladrillos, el señor Alfonso Daudet declara convenirle el citado molino y, encontrándolo apto para servir en sus trabajos de poesía, lo toma por su cuenta y riesgo, y sin reclamar nada contra el vendedor por causa de las reformas que necesitará introducir en él.
Estaban en una sala de paredes enjalbegadas de un blanco de hueso, con zócalo de ladrillos blancos también. La pieza aparecía dividida por un muro hasta el límite del zócalo, con grandes espacios abiertos entre las pilastras que sostenían el techo. Isidro vio muchas camas de hierro con cubiertas de percal floreado, y junto a ellas mesillas con redomas y escupideras.
Donde comienza este dilapidado muelle, á veces cubierto por la marea, se alza un espacioso edificio de ladrillos, desde cuyas ventanas se puede disfrutar de la vista de la escena poco animada que presentan las cercanías, y de la abundante hierba que crece por todas partes, y han dejado tras sí los muchos años y el escaso movimiento comercial.
La pesadez del hombro le impulsaba á cambiar de posición, como si esto pudiera librarle del dolor. Con paso vacilante, entumecido por el reposo, salió de la barraca, sentándose bajo el emparrado, en un banco de ladrillos. La tarde era desapacible; soplaba un viento demasiado fresco para la estación.
Luego, cuando su libertad, hicieron sus casas con ladrillos crudos, como nuestros adobes, y el techo era de vigas de sicomoro, que es su árbol querido. El techo tenía un borde como las azoteas, porque con el calor subía la gente allí a dormir, y la ley mandaba que fabricasen los techos con muro, para que no cayese la gente a tierra.
Vieron la iglesia alzarse por encima del chato caserío; un débil reflejo dorado, que no era todavía sol, tocó la cruz, y envolvía poco a poco el campanario; luego fue descendiendo por los ladrillos del muro, y pronto el templo entero y todo el arrabal se bañaban en la ligera claridad de oro.
Pareció que se derrumbaba la plaza, que los ladrillos chocaban unos con otros, que la multitud iba a huir presa de pánico, según se ponía en pie, pálida, trémula, gesticulando y braceando. ¡Muerto!... ¡Qué estocada!
Palabra del Dia
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