Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de mayo de 2025
A lo que don Quijote respondió: -Señora mía, mis desgracias, aunque tuvieron principio, nunca tendrán fin. Gigantes he vencido, y follones y malandrines le he enviado, pero ¿adónde la habían de hallar, si está encantada y vuelta en la más fea labradora que imaginar se puede?
Por ser libre y casarme contigo me resignaría desde ahora mismo á ganar el pan, como la última labradora, con el sudor de mi frente... aún más, me resignaría á mendigarlo de puerta en puerta... Pero no quiero perder mi alma ni la tuya... No puedo amar á mi marido, pero puedo serle fiel... Lo que estamos haciendo es muy criminal, y tarde ó temprano caerá sobre nosotros el castigo del cielo... ¿Por qué no hemos de amarnos puramente, sin manchar nuestras almas?
Corro hacia él, empuñando una estaca; el loco me espera a pie firme... y desde aquel momento ya no veo más... Sólo siento un agudo dolor en el cuello, un sudor frío que me baña el rostro y tengo la impresión de que mi cabeza se bolea al extremo de una cuerda; era el miserable de Yégof que había atado mi cabeza a la silla de su caballo y que galopaba dijo la labradora con tal acento de convicción, que Hullin se estremeció.
»Sucedió, pues, que, como el amor en los mozos, por la mayor parte, no lo es, sino apetito, el cual, como tiene por último fin el deleite, en llegando a alcanzarle se acaba y ha de volver atrás aquello que parecía amor, porque no puede pasar adelante del término que le puso naturaleza, el cual término no le puso a lo que es verdadero amor...; quiero decir que, así como don Fernando gozó a la labradora, se le aplacaron sus deseos y se resfriaron sus ahíncos; y si primero fingía quererse ausentar, por remediarlos, ahora de veras procuraba irse, por no ponerlos en ejecución.
El dormido vió que Freya vestía un justillo de mangas sueltas ajustadas á los brazos, con botones de filigrana de oro; que unas joyas algo bárbaras adornaban su pecho y sus orejas; que una falda de flores cubría el resto de su persona. Era un traje de labradora de otros siglos que él había visto pintado. ¿Dónde?... ¿dónde?... ¡Doña Constanza!... Freya era igual á la augusta basilisa de Bizancio.
¡Cosas horribles! murmuró el almadreñero cada vez más asombrado, pues nunca había visto a la labradora en semejante estado ; ¿pero qué, Catalina?... Hable usted; ¿qué decía? ¡Qué sueños he tenido! ¿Sueños?... Por lo visto, usted quiere reírse de mí. No.
Bien; quedamos conformes... Saldré mañana bien temprano... Hay cinco leguas; hacia las seis estaré de vuelta... Y usted verá, Catalina, cómo sus tristes pensamientos no tienen fundamento. Así sea respondió la labradora levantándose , así sea... Usted me ha tranquilizado algo, Hullin... Ahora, me vuelvo a la granja y espero dormir mejor que la noche pasada... Buenas noches, Juan Claudio.
Entrabase la noche, y la fregona no salía; desesperábase Carriazo, y Avendaño se estaba quedo; el cual, por salir con su intención, con excusa de preguntar por unos caballeros de Burgos que iban a la ciudad de Sevilla, se entró hasta el patio de la posada; y apenas hubo entrado, cuando de una sala que en el patio estaba vio salir una moza, al parecer de quince años, poco más o menos, vestida como labradora, con una vela encendida en un candelero.
PELAYO. Señor, Fileno el gaitero; Toca de noche a las brujas Que andan por esos barbechos, Y una noche le llevaron, De donde trujo el asiento Como ruedas de salmón. REY. Diga lo que sabe desto. FILENO. Señor, yo vine a tañer, Y vi que mandó don Tello Que no entrara el señor cura. El matrimonio deshecho, Se llevó a su casa a Elvira, Donde su padre y sus deudos La han visto. REY. ¿Y vos, labradora?
Tarquino tuvo por gusto No esperar tan sola un hora, Y cuando vino la aurora Ya cesaban sus porfías; Pues ¿es bien que tantos días Espere a una labradora? CELIO. Y ¿esperarás tú también Que te den castigo igual? Tomar ejemplo del mal No es justo, sino del bien. D. TELL. Mal o bien, hoy su desdén, Celio, ha de quedar vencido.
Palabra del Dia
Otros Mirando