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Actualizado: 11 de mayo de 2025
En la puerta de la iglesia apareció el espada, sonriente y magnífico, dando el brazo a su mujer, que iba trémula de emoción y bajaba los ojos, temblándole una lágrima entre sus pestañas. Carmen creyó que acababa de casarse por segunda vez. Al llegar Semana Santa, Gallardo dio una gran alegría a su madre.
Juan le hizo muchas caricias, besos por aquí y allí, en el cuello y en las manos, en las orejas y en la coronilla; besos en un codo y en la barba, acompañados del lenguaje más finamente tierno que se podría imaginar. «No aguanto más, no puedo aguantar más» era lo único que ella decía con angustioso hipo, mojándole a él la cara y las manos con tanta y tanta lágrima. No podía tener consuelo.
Pregunta por su luz, tan dulce y pura, pregunta por su inmensa trayectoria, y si es verdad que en la celeste altura existe o no la gloria. Busca, en fin, un amor en cada cosa y cada amor te ofrecerá su rosa. Yo, mientras tanto, buscaré en las cosas una lágrima oculta, una tristeza. Es justo. En mis jardines ya no hay rosas sino espinas: ¡las lleva mi cabeza!
Velarde sintió vergüenza de sí mismo, y la ola misteriosa subió, subió del corazón a los ojos, hasta hacerle llorar, con la cabeza entre las manos, llorar a lágrima viva, llorar también sollozando, con más debilidad que una mujer, con más pavor que un niño... ¡Su madre sí que le adoraba!... ¡No le aconsejaría ella cruzar un par de tiros, ofendiendo a Dios; ponerse delante de una bala con riesgo de perder la vida, con riesgo de perder el alma! ¡Y se habían pasado ya tres años sin verla!... ¡Y estaba tan lejos la santa viejecita! ¡Y acababa él, ingrato y perverso, de dejar pasar cerca de dos meses sin escribir una letra a la pobre anciana!...
Mientras el joven leía mentalmente, el juez trataba, en vano, de descubrir en su rostro el efecto de la lectura. Tal era la alteración de las facciones, tan torva la mirada, las ojeras tan profundas, los labios habían tomado una expresión tan dolorosa que la tristeza no podía ya extraer una lágrima de los ojos ni trazar una nueva arruga en el rostro.
Pues hagamos alto; encima de la tierra está el cielo; sobre el hombre está Dios. A Dios toca lo que el hombre no puede arreglar, y un hombre es el padre. Hay tres cosas en este mundo, sobre las cuales no puede ponerse una mano airada; tres cosas que todos debemos reverenciar, porque son un depósito de la Providencia: una idea, una lágrima y un amor.
«Cuando sus alas opacas Cual la noche oscura y fria, Apagando mi alegría Tiende el sombrío dolor; Yo me siento consolado Al contemplar tu belleza, Y disipa mi tristeza Una lágrima de amor. «Como una estrella brillando En la bóveda del cielo Llena el alma de consuelo Y de amor el corazon, Así en medio de la noche Admiro tus bellos ojos, Y disipa mis enojos Una lágrima de amor.
No dijo una palabra, apenas derramó una lágrima, pero el mal que la roía interiormente, hizo rápidos progresos y, aun cuando hubiera salvado de la fiebre tifoidea que la acometió cuatro semanas más tarde, el pesar se la habría llevado seguramente.
Fernando vio los estertores de su pecho y sintió en su cuello el contacto de una lágrima.
Y uno en otro confiados Viven en su amor tranquilos. ¡Ah, qué santas alegrías! ¡Ah, qué goces no sentidos Vuelan como blancas hadas Por la cuna de los hijos! ¡Cada cuadro es un recuerdo, Cada mueble es un amigo, Cada lágrima es un beso, Cada dicha es un suspiro!» Mi marido abrió los brazos. ¡Qué alegría, Dios mío! Y es que no hay canciller como un poeta lírico para «hacer las paces...»
Palabra del Dia
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