Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de mayo de 2025
Pronto notaron todos los vecinos, cundiendo la noticia por el resto de la población, las constantes visitas nocturnas de don Paco; pero como Antoñuelo solía ir también, y entre don Paco y Juanita había tan grande desproporción de edad, la gente murmuradora lo explicó todo suponiendo que Antoñuelo era novio de Juanita, y que don Paco tenía o trataba de tener relaciones amorosas con la madre, la cual, a pesar de sus cuarenta y cinco años y de los muchos trabajos y disgustos que había pasado en esta vida, apenas tenía canas, y estaba ágil, esbelta, y aunque de pocas, de bien puestas, frescas, apretadas y al parecer jugosas carnes.
¡El está aquí! exclamó Juanita. Sí, a despecho del cardenal, que ha llegado esta mañana para llevárselo; está en Granada, oculto durante el día; viene todas las noches al jardín de este palacio, se acerca a las ventanas, enviándome antes para ver si alguien nos observa... Por esto he sido sorprendido, y he faltado por usted a mi juramento...
¿Qué he de perder yo, so peal? contestó Juanita dándole un bufido, porque allí no había la menor razón para que ella refrenase su cólera. Bajó las escaleras, y antes de salir a la calle se encontró en el zaguán con don Andrés, que estaba aguardándola en acecho y que intentó retenerla asiendo su cintura.
»Teobaldo se presentó delante de mí, pálido y con el semblante demudado. »¡Juanita! me dijo; es necesario salvar a Carlos, es preciso salvar su alma. Esta mañana ha venido a mí, no como a un amigo, sino como al ministro del altar; me ha pedido la absolución, que yo le he rehusado, porque está firmemente decidido a cometer un crimen. »¡El! exclamé.
Así es que, excitado, si bien no tenía derecho para pedir explicaciones, con más o menos disimulados rodeos, y cuando Antoñuelo no estaba presente, se atrevió a pedirlas y a indagar por qué venía Antoñuelo con tanta frecuencia y de qué trataba con Juanita en sus largos apartes y cuchicheos.
Juanita, entre tanto, como era poco amiga de la sociedad y gustaba mucho de la conversación de don Paco, se afligía del aislamiento y deploraba el sacrificio que había tenido que hacer.
Se lo pido en nombre de su hijo, en nombre de Carlos, que nos espera, que nos escucha tal vez. ¡Dios mío! exclamó Juanita juntando las manos; ¡por qué no está él aquí para cerrar mis párpados, para recoger mi último suspiro! Y, arrebatada por su amor y por la intensa amargura que sentía, dirigíale la más tierna despedida, hasta el punto de que Isabel y Fernando prorrumpieron en amargo llanto.
Mucho me pesaría replicó Juanita de que hiciese tal cosa; pero en esta nueva ocasión no sería eso lo que él haría, sino algo que yo lamentaría mil veces más. Yo quiero que él y vuecencia, a quien debe él tantos favores, sigan siendo buenos amigos. Para ello es indispensable que se reporte vuecencia y no me falte.
Por algo a modo de pudor no excitó a Juanita a que pronunciase el nombre del atrevido. Ella creía saberlo sin que Juanita lo pronunciara. Inquieta doña Inés, procuró investigar lo que más le importaba y dijo: Pero ¿qué cita es esa a que aludes? ¿A qué duelo, a qué singular combate te preparas?
Como quiera que fuese, don Paco, sintiéndose prendado de Juanita, se allanaba a pasar por todo; pero se propuso, como hombre prudente, no aventurarse más de lo necesario y no soltar prenda por lo pronto.
Palabra del Dia
Otros Mirando