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Mira: el día en que yo sea médico, voy a poner una cátedra para explicar... ¿Qué? Para dar una lección de armonía de la Naturaleza dijo Miquis, mirándola a los ojos , y explicar esos radios de oro que nacen en tu pupila y se extienden por tu iris... Déjame que lo observe de cerca... ¡Qué pesado! Quita... enséñame las fieras.

Es un arco iris como el resumen, o mejor dicho, principio y fin de todo lo visible. En la habitación estaba Florentina, no ensartando perlas ni bordando rasos con menudos hilos de oro, sino cortando un vestido con patrones hechos de Imparciales y otros periódicos.

Consiste en que D. José Salamanca no sabe amar con el amor de la imaginacion, con el amor del pensamiento, con el amor purísimo de la fe; don José Salamanca no puede amar con ese rescoldo suave que siente el alma, cuando contemplamos un cuadro sublime, como cuando vemos en un cielo azul, casi mojadas por la lluvia de la tempestad, las franjas encendidas del arco íris.

La luz de los astros se quebraba en aquellos líquidos diamantes y daba reflejos de iris. El Comendador no fué dueño de mismo. Acercó su rostro al de Lucía y puso los labios en una de aquellas lágrimas. Luego exclamó: ¡Te amo! Lucía no contestó palabra. Echó á andar hacia su casa; llamó, abrieron, y entró seguida del Comendador. Al llegar á la escalera, se volvió y le dijo: Buenas noches, tío.

Se levantaba del medio de la taza un surtidor tan gigantesco como el que hay ahora en la Puerta del Sol, pero con la diferencia de que el agua del de la Puerta del Sol es natural y ordinaria, y la de éste era agua de olor, y tenía, además, en misma todos las colores del iris y luz propia, lo cual, como ya calculará el lector, le daba un aspecto sumamente agradable.

Pero la reconciliacion de los hijos de la Iglesia trajo al cabo el iris de paz á la cristiandad sobre un mar de sangre musulmana en Calatañazor; y mientras la peña de las águilas estaba bañada de roja espuma, el sol del Califato doraba apenas las torres de la mezquita con sus crepusculares fulgores. ¡Grande fué para la verdadera civilizacion del Occidente el triunfo de aquella jornada!

Iris de paz y ventura, Sueño de toda mi vida, Que naciste para Como el sol tras noche fria! ¡Ah! cuando tus bellos ojos Entreabriste adormecida Sentí que en esa mirada Me llenabas de delicias; Como el ciego que cobrando Loco de gozo la vista Quiere abrazar á la luz Pensando que lo acaricia.

La conversación, que era en extremo animada cuando Silas llegó al Arco Iris, había sido como de costumbre lánguida e intermitente al empezar a formarse la reunión. Los clientes habituales habían comenzado por ponerse a fumar sus pipas en un silencio rayano en la gravedad.

¡Sus predicciones! hago tanto caso como de... En cambio, lo que yo puedo predecir a ese viejo mochuelo, y verás si me equivoco, es que tan pronto como mis ocupaciones me lo permitan, iré con una docena de gavieros a hacerle una visita de la cual se acordará; que me parta un rayo si dejo una piedra de su casucha y si no le pongo la espalda del color del arco iris.

Iris de nuestras épocas triunfales, nuncio de un bello porvenir, que arranca de su fecundo seno hecho de amores la plenitud de todos los ideales, como se funde en una luz la blanca la hermosa variedad de los colores. Tres siglos han pasado.