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Actualizado: 4 de junio de 2025
Pero... pero... balbuceaba Momoy temblando. ¡Nakú! dijo la Sensia mirando á su novio y temblando tambien al recuerdo de que había estado en la fiesta; este señorito... si llegaba á estallar... Y miraba á su novio con ojos iracundos y admiraba su valor. Si llegaba á estallar...
«Antes que la noche viniese dice el Lazarillo de Tormes di conmigo en Torrijos.» Cuando yo llego, las blancas fachadas de las casas se sumen en la penumbra; brillan sobre el arroyo débiles franjas de luces que arrojan los portales, y por las callejuelas tortuosas, en todo el pueblo, con clamorosa greguería de gruñidos graves, agudos, suplicadores, iracundos, corren los cerdos...
Los arcos tienen rotas las cuerdas, las puntas aceradas de las flechas están vestidas de orin: los perros que guardan el rebaño son pocos para el número de las fieras. ¡Ay desdichados corderos! ¿qué será de vosotros si no sacais fuerzas de flaqueza i no procurais defenderos de vuestros iracundos i feroces enemigos?»
Juanito aprovechóse de un momento en que el catedrático miraba á un estudiante que se quitaba disimuladamente las botinas que le venían muy apretadas, y dió un fuerte pisoton á Plácido, diciendo: ¡Sóplame, anda, sóplame! Distingo... ¡Aray! ¡qué bruto eres! gritó sin querer Plácido mirándole con ojos iracundos, mientras se llevaba la mano á sus botinas de charol.
Los días de paga, muchos, al salir, miraban con ojos iracundos las ventanas del primer piso, como si fuesen á asomar á ellas los administradores que regateaban el precio de su faena, cercenándolo con multas y descuentos por tardanzas ó descuidos en el trabajo. Si miraban más arriba era con el respeto que á la gente sencilla inspira el estudio.
Sus ojos iracundos y anunciadores del chaparrón de malas palabras con que pensaba acoger al importuno se dulcificaron viendo á Robledo, y antes de que éste hablase, dijo ella con amabilidad: La patrona está en su dormitorio y el marqués ha salido con su maldita caja de pistolas. Yo creía que estaba donde usted... Entre, don Robledo; voy á avisar á la señora.
Tenía miedo a aquellos ojos iracundos, en los que podría leer seguramente el relato de cuanto había hecho por la tarde; pero al mismo tiempo abrigaba el propósito de desobedecer a su madre, oponiendo a su energía una resistencia glacial. Apenas terminó la serenata, se metió en su cuarto, huyendo de toda explicación con doña Bernarda.
Todo eso está muy bien dijo dominándose y sonriendo forzadamente; pero usted me dispensará que le haga una pregunta. Los ojos felinos del hidalgo brillaron iracundos; le había herido en lo vivo. ¡Ah, la eterna cantilena! exclamó impetuosamente. Cuando no se puede atacar una teoría, se escudriñan los móviles del que la sustenta. ¿Qué pretende usted probar con eso?
Todos los días recibía noticias de Roma. Había esperanzas de que Italia se mantuviese neutral. Pero ¿quién podía fiarse de la palabra de tales gentes?... Y repetía sus insultos iracundos. Se habituó el marino inmediatamente á esta casa, como si fuese la suya.
Hizo D. Paco graciosa reverencia, y su rostro compungido y lloroso se esclareció con una sonrisa. Doña María callaba; pero en su pecho rugía la tempestad. Ella y su prima la de Leiva se miraban de vez en cuando, transmitiéndose una a otra el fuego de sus iracundos sentimientos.
Palabra del Dia
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