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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Hemos interrogado á varios contemporaneos del P. Morillo, y todos los datos que nos ha sido posible adquirir acerca de su persona se reducen á los siguientes. Nació en el reino de Andalucia, y vistió temprano el hábito de los Recoletos. Movido del deseo de emplearse en la conversion de los infieles, pasó á América, donde llegó á ser prelado de su órden en la provincia de Salta.
Interrogado el Padre Ambrosio tan de improviso y de manera que hacía imposible toda respuesta ambigua, permaneció en silencio y como quien duda y cavila sobre lo que le incumbe contestar y sobre la forma en que la contestación ha de ir expresada, para que implique la justificación o la disculpa al menos.
Se ha dirigido hacia mí, me ha interrogado con voz emocionada y yo le he repetido en pocas palabras lo que me habían contado de Cornelia y de su muerte, pero cuando he llegado al fin del relato, él ha cesado de interrogarme y quizá de verme; sus mejillas se han cubierto de un fuego vivísimo, sus miembros se han puesto rígidos y todo su cuerpo ha temblado con una convulsión súbita; se ha abalanzado hacia la fosa y ha mirado su interior con avidez, y cuando ha descendido el ataúd, sus brazos, que buscaban un apoyo, han rodeado mi cuello. «¡Oh, usted no sabe ha exclamado , usted no sabrá nunca los tormentos que esta mañana trae a mi memoria!
El carruaje hace alto, y al bajar nos vimos enfrente del suntuoso alcázar. ¡Luis XIV, Richelieu, Colbert, salud! No hablo á vosotras, piedras amontonadas, testigos mudos, á quienes no quiero interrogar, porque antes de veros os habia interrogado en mi corazon.
»Desde que la recibiste de los brazos de su madre moribunda no la has perdido de vista ni un momento; tu mirada la ha seguido siempre; de día mientras jugaba, de noche mientras dormía, a cada instante has interrogado su aliento y su pulso, alarmándote cada vez que cubría su rostro una súbita palidez o un repentino rubor.
Don Acisclo traía una carta ya abierta en la mano, y la agitaba con vivas muestras de satisfacción y de júbilo. El Padre Enrique ¿Qué hay? ¿Qué dice esa carta? ¿Qué grata novedad contiene? D. Acisclo, ¿le ha caído a V. la lotería? preguntó doña Luz. Mejor que eso, hija, mejor que eso contestó el interrogado . Lee tú misma y entérate y entregó la carta a doña Luz.
¿Cómo había yo de olvidarme de García de Resende? respondió el interrogado . Yo no podía olvidar a uno de mis mejores amigos, cuyo Cancionero además, regalado por él, hace mi delicia y me vale, leyéndole, para conservar y perfeccionar en mi alma la lengua portuguesa, que fue la primera que hablé.
Y en voz más baja, dirigiendo la palabra a un joven inglés de bigotes colorados, ojos azules y frente calva, le insinuó: ¿Cree usted que fuera feliz? El interrogado respondió con un ademán ambiguo, que tanto podía significar asentimiento como duda o ignorancia. ¡Y ese pobre Príncipe!... continuó la Baronesa, siempre mirando por lo bajo, continuamente, a la extranjera.
Don Juan, interrogado en la botica acerca de la causa de mi separación, se limitó a decir: Es muchacho inteligente, trabajador, tiene bonita letra, muy bonita, y aunque de cuando en cuando se le escapan algunas faltas de ortografía, escribe bien, muy bien! No sabía nada cuando entró en mi despacho, y pronto se puso al corriente.
Para servir a usted respondía el interrogado, con cara de recelo. Acto continuo le asaltaban los caciques; y después de abrazarle y sobarle mucho, Tenemos el gusto le decían de presentarte a nuestro candidato, el señor don Simón de los Peñascales, «persona independiente, con treinta mil duros de renta y mucho talento».
Palabra del Dia
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