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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Un capacete sencillo, una luciente coraza, una pica de dos hierros y una pesada hacha de armas, agrupados en panoplia, penden allá de una escarpia, y en el fondo del hogar, de la cena retrasada, se oye el hervor insistente, al que el quejido acompaña de la vejez, ya caduca, de un grande perro de caza, todo á lo largo tendido ante los piés de su ama.

Las recortaduras, varias hasta lo infinito, de las nubes hacían visajes de distintas formas: vi colosales sombreros o morriones con plumas, penachos, bandas, picos, testuces, colas, crines, garzotas; aquí y allí se alzaban manos con sables y fusiles, banderas con águilas, picas, lanzas, que corrían sin cesar; y al fin, en medio de toda esa baraúnda, se me figuró que aquellas mil formas se deshacían, y que las nubes se conglomeraban para formar un inmenso sombrero apuntado de dos candiles, bajo el cual los difuminados resplandores de la luna como que bosquejaban una cara redonda y hundida entre altas solapas, desde las cuales se extendía un largo brazo negro, señalando con insistente fijeza el horizonte.

Bien, ¿y ? respondió García mirándole cada vez con mayor sorpresa. ¿Yo...? ¡Divinamente! Y se sentó frente a él y le clavó una larga mirada insistente y dura. Desde que hago una vida más higiénica añadió me encuentro perfectamente. Ya no paso las tardes en el café, como antes; ahora me dedico a dar paseos entre los árboles, buscando atmósfera más pura.

A la joven aldeana también debió de extrañarle Andrés, porque le miró larga y fijamente un buen espacio, sin importarle nada de la insistente curiosidad de éste. Después que le hubo examinado a su sabor, hizo una levísima mueca con los labios y entornó de nuevo los ojos al altar. El forastero, con la percepción clara y fina del hombre culto, adivinó por esta mueca que no había gustado.

Todo esto, por virtud de un arte o de un instinto que suelen tener las mujeres, quedó indeciso y como flotando en el aire, sin que el Vizconde, que no quería tampoco tocar por lo insistente en pesado, lograse conseguir una cita, sin calificarla de cita: una cita implícita, disimulada y vergonzante, que era lo que él ansiaba.

Considerando la apagada inscripción, yo meditaba en la posible realidad de su influencia. ¡Quién sabe qué activa y noble parte sería justo atribuir, en la formación del carácter y en la vida de algunas generaciones humanas, a ese lema sencillo actuando sobre los ánimos como una insistente sugestión! ¡Quién sabe cuántas vacilantes alegrías persistieron, cuántas generosas empresas maduraron, cuántos fatales propósitos se desvanecieron al chocar las miradas con la palabra alentadora, impresa como un gráfico grito, sobre el disco metálico que circuló de mano en mano!... Pueda la imagen de este bronce troquelados vuestros corazones con ella desempeñar en vuestra vida el mismo inaparente pero decisivo papel.

«Créame usted, repetía, no sabe su cuerpo lo que es una esponja, se lavan como gatas y se la pegan al marido como en tiempo del rey que rabió. ¡Cuánta porquería y cuánta ignorancia!». Ana, acostumbrada muchos años hacía, a la mirada curiosa, insistente y fría del público, no reparaba casi nunca en el efecto que producía su entrada en la iglesia, en el paseo, en el teatro.

»El me habla poco de usted, pero en cambio le hablo yo, y como él le conoce tanto, aprovecho esa circunstancia y aun abuso de ella siempre que viene a verme. Cuando entra me saluda, y si hay otra visita guarda silencio con aire meditabundo y se contenta con mirarme de un modo tan insistente que yo acabo por sentirme desazonada y molesta.

Marta miraba al italiano con curiosidad maliciosa. «¡Cosas del mundopensaba la alemana, que en el fondo, para sus puras soledades, era más escéptica que Sebastián. «¡Este aquí como si nada le importara, y el otro infeliz!...». Minghetti seguía mojando bizcochos y bebiendo Málaga. Acabó por fijarse en la mirada insistente y expresiva de Marta.

Había en la eterna y leve sonrisa que plegaba sus labios y en lo insinuante y correcto de sus maneras algo de femenino, que no se compadecía poco ni mucho con lo firme é insistente de la mirada. Tal vez no sea femenino el adjetivo más propio para el caso, pero en este momento no hallamos el adecuado. Aunque no es posible cerciorarse ahora, dado caso que está sentado, podemos afirmar que es alto.

Palabra del Dia

abisinia

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