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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Me atormenta la idea de que él sería feliz con los sobras de mi mesa, con lo que comen los domésticos, ¡quién sabe si con lo que le dan al perro! Y Valeria y Clorinda, al ver mis lágrimas, no pueden explicarse un dolor tan insistente.
En el espacio de pocos minutos me hizo un sin fin de preguntas, muchas de ellas tan insustanciales que era dificilísimo contestarlas. Sus ojos estaban siempre clavados en mí con expresión dolorosa de piedad, como si le estuviese dando cuenta de los más tristes y amargos pesares. Confieso que aquella mirada insistente y ridículamente compasiva llegó a irritarme la bilis.
Esta era la causa de su insistente deseo de aplazar la boda: de una parte quería ocultar la infamia de su nacimiento, y de otra aquel extremo parecido perturbaba sus ideas hasta el punto de hacerle temer que, como heredó la belleza, heredaría también la desgracia y la deshonra. Calma, reflexión, frialdad, todo era inútil.
La señora Percival, que, debido a nuestro insistente consejo, todavía residía en la mansión de la plaza Grosvenor, me visitaba algunas veces, trayéndome frutas y flores de los invernáculos de Mayvill, pero nada sabía sobre Mabel. Esta última había desaparecido tan completamente como si la tierra se hubiera abierto y tragádola.
En cuanto a mi amiga, harto la he exhortado, condenando su insistente celibato, y se me figura que al fin mis prédicas no serán inútiles. No lo niegue usted. Su voluntad está vacilante, y en aquello de si caigo o no caigo; de modo que si una persona tan respetable como el Sr. D. Pedro uniera sus amonestaciones a las mías... D. Pedro estaba verde, amarillo, jaspeado.
¡Linda! repitió el otro. ¡Cuánto ruido! Sí, mucho ruido asintió míster Hall, que hallaba no desprovistas de profundidad las observaciones de su visitante. Candiyú admiraba los nuevos discos: ¿Te costó mucho a usted, patrón? Costó... qué? Ese hablero... los mozos que cantan. La mirada turbia, inexpresiva e insistente de míster Hall, se aclaró. El contador comercial surgía.
La incomodidad que esto originó y el malestar que produjo, diz que ocasionaron el que la dalaga no volviera á bajar los ojos, ni el caballero á mirar con insistente significación. Las mujeres son en todas partes lo mismo; un desprecio y una herida en el amor propio, constituyen en el sexo femenil las verdaderas heces del cáliz de la vida.
En su profunda enervación moral y en su aislamiento desesperado, Juana, casi sin defenderse, dejábase arrastrar por esa fascinación que ejerce casi siempre sobre las de su sexo, la insistente persecución de un hombre. Sentíase poco a poco presa de vértigos de las continuadas y sabias evoluciones que el señor de Monthélin describía en torno suyo.
Estabas llorando cuando yo llegué continuó, con una curiosidad insistente é inquieta. Ahora la protesta de Alicia tomó la forma de una risa agria, estridente, que nada tenía de natural.
En el espíritu de Fray Miguel había además poco briosas facultades que le habilitasen para conquistar y dominar nada por medio del pensamiento, Era distraído, poco insistente, ambicioso de ciencia como de todo, pero sin la paciente perseverancia que se requiere para adquirirla. Fray Miguel, si era algo, si algo valía, era como hombre de acción, aunque su poca fortuna o su mucha torpeza le habían extraviado en el camino, encontrando sólo, cuando se cansó y se hartó de andar por él, el desengaño más negro. Aborrecía la vida, pero tenía miedo de la muerte. Así por la época de fe en que vivía como por la natural condición de su espíritu, en la cabeza de Fray Miguel no cabía imaginar que fuera la muerte la aniquilación del individuo, la desaparición de la persona, el olvido de todo.
Palabra del Dia
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