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Actualizado: 17 de mayo de 2025


El sargento Gómez y Regnier mi maestro inolvidable más tarde, en los días en que ya la fortuna comenzó a sonreírme y que me sirvió de guía para penetrar en el bajó mundo social de Buenos Aires, cuyos misterios haré desfilar ante la vista de mis lectores en cursó de estas Memorias me fueron enseñando poco a poco a distinguir los caracteres de las cosas que como en un caleidoscopio pasaban ante mi vista.

Su risa numerosa, loca, inesperada, voló como un enjambre de mirlos, despertando los ecos a través de los árboles. El viento levantaba su faldellín de un modo inolvidable. Hablábanse cada vez más trémulos y ajenos a mismos. Un decir fútil aventaba los pensamientos. El, envolviéndola en su orgullosa mirada, soñaba en la dicha de poseer como dueño absoluto aquella deliciosa existencia.

Lanzando un profundo suspiro, tomó Roger la senda que ella le indicara y anduvo buen espacio con el corazón oprimido, repasando en la memoria todos los incidentes de aquel inolvidable encuentro. De pronto oyó á su espalda ligero paso y volviéndose vivamente se halló cara á cara con la hermosa, inclinada la frente, fijos en el suelo los ojos y convertida en imagen del más humilde arrepentimiento.

Es aquello todavía la costa normanda, pero es el mar bretón, ese mar inolvidable, «cautivador de almas» según la justa expresión de un poeta ignorado, mar acariciador y terrible, dulce y suave como el terciopelo, claro y transparente como el cristal o rugiente y amenazador, erizado de picos monstruosos y de insondables cráteres. ¡Qué hermoso es esto, madre, qué hermoso!

La buena y franca amistad que encontré en Lucban, detuvo mi viaje más tiempo del que me había propuesto, decidiéndome por último, aunque no sin trabajo, á señalar día para seguir á Tayabas; aquel llegó como todo en la vida, y en una entoldada tarde, me puse en marcha acompañado de mi inolvidable amigo Pardo.

Y ya, perdido en mis meditaciones, suelo prescindir de lo futuro y recordar aquel pasado extraño e inolvidable.

Era sobre todo el instante supremo, en el recogimiento de la obscura capilla, cuando conoció la inefable embriaguez de un amor correspondido. ¡Pobre Breal! Mago inconsciente, su voz evocaba aquel pasado inolvidable, y mientras le regañaba un poco, Liette acariciaba maquinalmente sus lanas de nieve como las imágenes engañadoras que pasaban ante sus ojos soñadores.

Por un instante me olvidé de mi inolvidable monja, y estuve a punto de cometer una repugnante infidelidad declarándome a Joaquinita, cuando vino a impedirlo y a sacarnos de nuestro embelesamiento el amigo Villa. ¡Hola! ¿Ya forman ustedes rancho aparte? dijo en un tono brutal que no me agradó, plantándose delante de nosotros.

La verdad es que todo el mundo se ríe de estas cosas cuando las ve escritas; pero cuando las trae uno mismo a la propia memoria, parece que saltan chispas de los nervios y que ruedan lagrimones por las mejillas. Lo inolvidable para don Juan era el modo que Cristeta tenía de besarle. A la llegada, un beso repentino, brusco y rápido; el desahogo de la impaciencia.

»Verdaderamente se asemejarán esas mil columnas al bosque de lanzas que presentaban en el inolvidable dia de las Víctimas mis leales Zenetes , fundamento de mi poderío.

Palabra del Dia

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