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Actualizado: 2 de julio de 2025
Cuando veía la gente que Antoñuelo y don Paco iban a las nueve a la casa y permanecían allí hasta cerca de las doce, no juzgaba aquella tertulia tan inocente como era en realidad, y la calificaba de amor por partida doble. Las bromas que sobre ello dieron a don Paco algunos de sus amigos le soliviantaron bastante.
Nadie en Madrid pidió cuentas a Currita de la sangre de Velarde, derramada a la vista de todos por culpa suya, y ahora le arrojaban al rostro la de Sabadell, de la cual se hallaba inocente y hubiera ella rescatado con gusto a costa de cualquier sacrificio... Porque el dolor de la dama fue en realidad grande, aunque no expansivo ni alborotado; uno de esos dolores, por decirlo así, secos, propios de las almas enérgicas, que se repliegan sobre sí mismos en el fondo del corazón como para no perder su energía, a la manera que el gladiador herido encuentra fuerzas en su misma agonía para encoger el cuerpo y doblar los músculos, e intentar un último y más formidable avance... Aquella débil mujercilla encerraba en su endeble cuerpo una de esas almas enérgicas que se crecen a la vista del peligro y lo desafían, y no necesitan en el dolor apoyo ni cómplices en el crimen; bastábase ella misma a sí misma, y sacudiendo los terrores que la habían invadido la víspera, con el vigoroso empuje del toro que arroja lejos de sí los rejones que le lastiman y embarazan, aprestóse a la defensa, decidida a arrostrar a pie quieto y con firmeza todas las consecuencias de aquella horrible noche.
Más de doscientos jóvenes exaltados, lleno el espíritu de pasión expansiva, le aplaudían con entusiasmo. El joven orador comunicaba su indiscreta fe á aquella masa de juventud inocente y soñadora, cuando cuatro infames, á dos pasos de allí, preparaban un sangriento desastre.
Creo haberte dicho que me ha escrito algunas veces y me ha autorizado a responderle a la lista del correo. Esos misterios no son muy de mi gusto, aunque no haya nada más inocente, puesto que la señora de Grevillois conoce nuestros compromisos y los aprueba.
Este último sobre todo. ¿Qué culpa tenía el pobre inocente de las bellaquerías maternales? Siempre parecía duro arrojarle de una casa donde, al fin y al cabo, el dueño era su padre.
Y en este caso, ¿cómo impedir que aquella gentileza de Venus púdica, o mejor dicho, aquella realizada idealidad de virgen cristiana, atrajera sobre sí todas las voracidades de los hombres descorazonados y todos los venenos de las mujeres envidiosas, y que fuera esta lepra inficionando poco a poco a la inocente? ¿Cómo evitar, cuando menos, que con el continuado roce con tantas y tan diversas intenciones se destruyera el artificio y quedaran de manifiesto a los ojos de Luz las negras realidades que la marquesa le escondía hasta dentro de su misma casa?
Preséntase Don Fernando, y cuenta á su hermana la desgracia ocurrida; sabe que Don Juan ha sido preso por él, y resuelve entonces delatarse, á fin de que no padezca el inocente; Leonarda, sin embargo, lo convence á que aplace por algunos días la realización de su proyecto, porque intenta escribir una carta al prisionero, á quien no conoce, fingiendo ser una dama que lo ha visto al pasar hacia la cárcel, enamorándose de él.
Y se aceptará la traicion de un discípulo, y el inocente Cordero será llevado á los tribunales, y será interrogado, y al responder palabras de verdad, el príncipe de los sacerdotes se sentirá devorado de celo, y rasgará sus vestiduras, y dirá «blasfemó,» y los circunstantes dirán «es reo de muerte.» Precauciones.
Llegó en esto mi padre y agarró al rapaz de una oreja, tratando de castigarle; pero el rapaz, que debe de ser fuerte y ágil, le echó la zancadilla, le derribó por tierra y se largó con risa. Mi padre se levantó renqueando, y, ansioso de vengar el agravio recibido, vino furioso contra mí. Yo, señora, me refugio aquí, y me pongo bajo tu amparo. Defiéndeme, señora; mira que soy inocente.
El párroco sintió el nervioso temblor de los gatos a la vista del ratón: se preparó como ellos rozando el suelo con los pies, y ¡zas! de un par de brincos cayó sobre los bárbaros. Pero Lorito no era un vándalo vulgar de los que se dejan atrapar como un ratoncillo inocente.
Palabra del Dia
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