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Actualizado: 23 de julio de 2025


AZUCENA. no conoces esa historia, aunque nadie mejor que pudiera saberla. MANRIQUE. ¿Yo?... AZUCENA. Te separaste tan niño de mi lado ¡ingrato! Abandonaste a tu madre por seguir a un desconocido... MANRIQUE. A don Diego de Haro, señor de Vizcaya. AZUCENA. Pero que no te amaba tanto como yo. MANRIQUE. Mi objeto era el de haceros feliz.

Talín dejó escapar otro gruñido más áspero, abrió la boca y le clavó los dientes. Flora dió un grito: la mano quedó al instante manchada de sangre. Verlo D. Félix y volverse loco fué cosa de un instante. Se arrojó como un león sobre el ingrato perro, le hartó de puntapiés y maldiciones y, no contento aún, agarró el bastón que tenía arrimado á una esquina y le molió á palos.

Esta vez dijo, ya no viajará usted solo por ella. ¿Y seré más feliz? le repliqué. ¿Estaré más seguro de no añorar nada? ¿En dónde volveré a encontrar lo que aquí deje? Entonces Magdalena se apoyó en mi brazo en actitud de completo abandono y me dijo esta sola frase: ¡Amigo mío, es usted un ingrato! A mediados de noviembre, en una fría mañana de blanca helada, abandonamos mi casa de Trembles.

4 Hasta la muerte no hay dicha, de un ingenio de esta corte. 5 La mudanza en el amor, de Montalbán. 6 Ingrato á quien le hizo el bien, de un ingenio de esta corte. 7 El gran Jorge Castrioto, de Belmonte. 8 El fin más desgraciado y fortuna de Seyano, de Montalbán. 10 Dejar dicha por más dicha, de D. Juan Ruiz de Alarcón. 11 Quién engaña más á quién, de Alarcón.

Haz lo que quieras; pero antes consulta con tu conciencia». Esta me acusaba de ingrato. La conciencia quedaría tranquila y callaría. La firmeza de mis propósitos y mi conducta futura lograrían dejarla satisfecha. Linilla no sabría nunca que su Rodolfo le había sido infiel. Me asaltó entonces horrible presentimiento. Las señoritas Castro Pérez estaban en San Sebastián.... ¡Eran tan indiscretas!

Más le importaba la conducta de aquel ingrato que a su lado dormía tan tranquilo. Porque no tenía duda de que Juan andaba algo distraído, y esto no lo podían notar sus padres por la sencilla razón de que no le veían nunca tan cerca como su mujer. El pérfido guardaba tan bien las apariencias, que nada hacía ni decía en familia que no revelara una conducta regular y correctísima.

Comparábame a esas plantas de mucha savia, que brotan hermosas en terreno ingrato, porque son lozanas de por , pero que trasplantadas a tierras propicias a su naturaleza, se desarrollan de pronto de un modo increíble.

AZUCENA. ¿Te he dicho que había quemado a mi hijo?... No... he querido burlarme de tu ambición... eres mi hijo; él del Conde, , él del Conde era él que abrasaban las llamas... ¿No quieres que yo sea tu madre? MANRIQUE. Perdonad. AZUCENA. ¡Ingrato! ¿No te he prodigado una ternura sin límites? MANRIQUE. Perdonad; merezco vuestras reconvenciones.

Pero cuando se le interrogaba sobre una calidad de la impresion, para producir placer ó disgusto, entonces se hallaba en un terreno comun a todas las sensaciones: las ideas de grato y de ingrato, no eran para él cosas nuevas, y por lo mismo sobre ellas podia decir sin vacilar: «esto me gusta mas, aquello no me agrada tanto

El rio, como para revelar mejor el carácter salvaje de la región que le rodea, se hace mas perezoso en su marcha, y léjos de profundizar su cauce, se bifurca en multitud de brazos, se ensancha á veces como un pequeño mar interior, escondiendo sus aguas entre el follaje de las selvas seculares; levanta en su camino un enjambre de islotes pintorescos; y haciéndose mas ingrato por la abundancia de sus insectos venenosos, la ferocidad de sus terribles caimanes, la ardentía de sus playas calcinadas por un sol devorador, y la absoluta soledad de sus vueltas y revueltas, sus ciénegas y barrancos de salvaje tristeza, revela que allí no ha fundado el hombre su poder, que la humanidad no ha tenido todavía valor para entrar en lucha con esa emperatriz de los desiertos que se llama Naturaleza!

Palabra del Dia

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