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Actualizado: 4 de junio de 2025
Si lo desdeña, caballero, estoy pronto a publicar su réplica. El pundonoroso militar no lo quiso, pero se marchó indignado.
General escandalizado; ¡tal horror no sucederá mientras yo gobierne! ¡Que se cierren las escuelas porque se juega! ¡Hombre, hombre, hombre! ¡primero presento la dimision! Y S. E. estaba verdaderamente escandalizado. Pero, mi General, vale más que se cierren por algunos días que no por meses. ¡Eso sería inmoral! añadió el P. Irene más indignado todavía que su Excelencia.
Se muestra indignado contra los gobiernos de su país porque le comprometen en conflictos europeos por defender á pueblos lejanos y sin interés. Se queja de los patriotas exaltados, que han mantenido abierto el abismo entre Alemania y Francia, impidiendo una reconciliación.
Al marcharse le exigía el herrador el precio de su trabajo, e indignado San Vicente por su costumbre de vivir a costa de los fieles, miraba al Júcar exclamando: Algún día dirán: así estaba Alsira. No mentres Bernat estiga, contestaba desde su pedestal la imagen de San Bernardo.
Nunca se había visto nada semejante, y Materne, indignado, se avergonzaba del miedo de aquella gente, que, pudiendo defenderse, huían de una manera cobarde por egoísmo y por salvar sus bienes.
Nadie lo esperaba, pero fué proclamado, miéntras que aun estaba durmiendo Zadig. Volvióse Astarte á Babilonia atónita y desesperada. Casi vacío estaba todo el anfiteatro quando despertó Zadig, y buscando sus armas se encontró con las verdes en su lugar. Vióse precisado á revestirse de ellas, no teniendo otra cosa de que echar mano. Armase atónito, indignado y enfurecido, y sale con este arreo.
Pero no contó con la huéspeda, la cual en esta ocasión fue Marroquín, quien indignado de aquel acto brutal, o por ventura cediendo a la aversión que le inspiraban todos los clérigos, acudió velozmente en auxilio de su compañero, y sujetando a su vez al cura por la espalda, le apretó tanto la cintura, que aquél se vio obligado, no solamente a dejar en paz a D. Leandro, sino a pedir con voz quejumbrosa misericordia.
Y cuando algún malhumorado ruge contra la lejana República, dando a entender que las cosas son en ella muy distintas de como las imagina el optimismo, el grande hombre salta indignado en defensa de un país cuyo nombre mencionan siempre con veneración su mujer y sus hijos.
¿Y cómo lo sabes? repuso él saboreando la delicia de tutear a una mujer que no era legalmente suya, e indignado al mismo tiempo ante la idea de haber servido de hazmerreír a Mariquilla. ¡Vaya si lo sé! ¡Qué borricotes sois los hombres!
Pomerantzev, indignado al oír tales acusaciones, retrocedió unos cuantos pasos, tendió solemnemente la mano derecha y dijo con voz grave: ¡Señor Petrov, es usted un monstruo! No volveré nunca a darle a usted la mano. Voy a pedir a nuestros compañeros que juzguen su conducta innoble. Y, en efecto, dio al punto principio a la organización de un tribunal. Pero la tentativa fracasó.
Palabra del Dia
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