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Actualizado: 9 de julio de 2025


El piano mudo; los pinceles olvidados; las rosas, pálidas y desfallecidas, se inclinaban al borde del rico tazón de Sévres, y cuando el viento las movía dejaban caer, uno a uno, sus pétalos marchitos. Aun quedaba en el aposento el aroma de los vestidos de Gabriela.... El rumor de las hojas secas que caían, en el balcón remedaba el roce de una falda de seda.... Se había ido la hermosa señorita.

»No obstante su bondad, era severo y casi implacable para los extravíos de las pasiones. La ruina de un amigo suyo que había abandonado a su familia le parecía merecida, y ni su muerte en la soledad y en la pobreza lo inclinaban a ser indulgente para con él... »Yo me daba cuenta de lo que pasaba, pero no hablé. Tenía miedo, tenía miedo hasta de pensar. »No soy sincera, no lo digo todo...»

Hay que advertir que el duque de Tornos pertenecía al partido moderado. Aunque en Sarrió ninguno de los dos bandos estaba bien definido en política, porque lo que les preocupaba era la lucha local, y se inclinaban siempre al partido vencedor, no cabía duda que en el Saloncillo predominaban los liberales, principiando por su eximio jefe. En el Camarote, los más eran retrógrados.

Y en la confluencia de las dos corrientes emergía la isla, una pequeña extensión de terreno casi al ras del agua, pero fresca, verde y perfumada como un ramillete acuático, con espesos haces de juncos sobre los cuales zumbaban de día los insectos de oro, y unos cuantos sauces que inclinaban sobre el agua sus finas cabelleras formando bóvedas sombrías, bajo las cuales se deslizaba la barca.

Los padres se inclinaban junto á ella con afán insensato, cual si quisieran con la sola fuerza del mirar detener aquella existencia que se iba, suspender la rápida desorganización humana, y con su aliento renovar el aliento de la pobre mártir que se desvanecía en un suspiro. Sonaron en la calle tambores y zambombas y alegre chasquido de panderos.

Visitaron el rústico emparrado bajo el cual habían hecho sus ramos un día y desde el que se disfrutaba de tan maravillosas perspectivas; siguieron un trecho por las orillas del riachuelo sobre cuyas tranquilas aguas inclinaban los sauces sus ramajes; no se detuvieron sino en la glorieta donde tuvo Delaberge la primera revelación del amor de Camila por el hijo de la señora Miguelina....

Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y de sus palabras. 9 Y soñó aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a . 11 Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre miraba el asunto. 12 Y fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem.

Apresuradamente, como si fuese un ser único animado por un solo soplo vital, y tuviese por voz la banda de música que aturdía el ambiente con himnos y más himnos, adelantábase la palpitante masa humana; y empujadas por la compacta muchedumbre, las banderas, coronadas de flores, vacilaban cual si estuviesen ebrias, y tan pronto daban traspiés y se inclinaban acá o acullá, como tornaban a erguirse rectas y altivas.

Acababa de comprobar una vez más que, a la primera mención de los prodigios de una humilde enclaustrada, todos los otros temas decaían; y los más recios hidalgos, orgullosos de sus linajes, de sus caudales, de sus cicatrices, inclinaban la cabeza como empequeñecidos ante la sublimidad de la gloria penitente.

Las camisas presentaban coquetonamente el adornado escote, ocultando la lisa falda; los pantalones estiraban, simétricas y unidas, una y otra pierna; las chambras tendían los brazos, las batas inclinaban el cuerpo con graciosa laxitud. El blanco suave y ebúrneo de las puntillas contrastaba con el candor de yeso del madapolán.

Palabra del Dia

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