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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Entonces pudo hablar a su sabor la Tribuna, despacharse a su gusto. ¡Ay de Dios! ¿Qué les importaba a los señorones de Madrid... a los pícaros de los ministros, de los empleados, que ellas falleciesen de hambre? ¡Los sueldos de ellos estarían bien pagados, de fijo!
Tampoco á los nuestros fué posible tomar hombre vivo á los enemigos por la ventaja de la caballería con que se reparaban, aunque dieron con tal propósito algunas cargas á la carrera los arcabuceros, por lo que importaba tomar lengua.
Febrer, que iba furioso por la intervención de su amigo y la rudeza con que le había hecho abandonar la casa, dio expansión a su cólera. ¿Y a él qué le importaba? ¿Con qué derecho se atrevía a mezclarse en sus asuntos?... Era ya bastante grande para no necesitar consejeros.
Este coche es el suyo... Pobre muchacho; no te conoce, pero apenas vio que te levantabas, emprendió la fuga... Una injusticia, porque tú no has estado mal. Estoy asombrada. Y di, Rafael, ¿de dónde sacas todas esas cosas? Pero Rafael no aceptaba el elogio, mirando con inquietud aquella sonrisa cruel. Además, ¿qué le importaba su discurso?
Pero él rehusaba estas felicitaciones. ¿Qué importaba lo que él hubiese hecho? ¡Todo... «líquido»! Lo interesante era el pobre Juan, que estaba en la enfermería luchando con la muerte. ¿Y cómo está, señó Sebastián? preguntaba la gente, volviendo a su primer interés. Muy malito. Ahora acaba de gorverle el conosimiento.
Si esto fué una pulla, jamás se supo, pues don Simón, que era a quien más interesaba averiguarlo, ni lo intentó siquiera; y en cuanto a sus acompañantes, bien cenados, bien dormidos y bien almorzados en casa y a expensas del hidalgo, ¿qué diablo les importaba una frase más o menos, por intencionada que fuese?
Lo del banquero, lo sabía; es decir, sabía que era un bribón y que se había largado de la noche a la mañana temiendo que le desollaran vivo en la Puerta del Sol; pero ¿qué me importaba a mí si era casado o soltero, ni cómo recordar el título con que se pavoneaba últimamente, si es que alguna vez le oí pronunciar, que lo dudo? En cuanto a lo del señor de Guzmán, ¿cómo sospecharlo siquiera?
A la tarde siguiente el segundo se fué con su hermano, y mi mujer se echó desesperada sobre lo único que nos quedaba: nuestra hija de cuatro meses. ¿Qué nos importaba la difteria, el contagio y todo lo demás? A pesar de la orden del médico, la madre dió de mamar a la criatura, y al rato la pequeña se retorcía convulsa, para morir ocho horas después, envenenada por la leche de la madre.
Nada le importaba Andresito; pero a pesar de esto, sentía cierta satisfacción pensando que estaba a sus espaldas viéndolo todo. ¡Proporciona tanto gusto hacer sufrir...! El poeta sufría como uno de los condenados de aquel poema de Dante, cuya lectura nunca había podido terminar.
Pero esta idea, que se interponía entre su dicha y Juanín, iba perdiendo gradualmente su valor. ¿Qué le importaba que fuera hijo de otra? Esa otra quizá había muerto, y si vivía lo mismo daba, porque le había abandonado. Bastábale a Jacinta que fuera hijo de su marido para quererle ciegamente. ¿No quería Benigna a los hijos de la primera mujer de su marido como si fueran hijos suyos?
Palabra del Dia
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