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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Y el alguacil y el escribano piden al hombre y a la mujer sus derechos, sobre lo cual tuvieron gran contienda y ruido, porque ellos alegaron no ser obligados a pagar, pues no había de qué ni se hacía el embargo. Los otros decían que habían dejado de ir a otro negocio que les importaba más por venir a aquél.

El retrato salió bien, como tenía que salir con aquel modelo tan a propósito y aquel fotógrafo tan acreditado. Nunca don Alejandro lo había puesto en duda. Pero ¿qué le importaba a él en aquellos instantes el retrato de su hija?

Pampa dijo que le había visto salir, y misia Casilda imaginó que habría ido a buscar recursos por su lado, a pedir otra prórroga quizá... Entonces, antojósele que lo mejor, lo más hacedero, era irse directamente a ese señor de Portas, y arrancarle la concesión de un nuevo plazo prudencial para efectuar el saldo del maldito pagaré: ¡veinticuatro horas de prórroga importaba quizá la salvación!

Pero al convencerse de que el senador sólo deseaba cambiar su vestidura, sin hablar para nada de hacerle perder la existencia, casi sintió gratitud hacia él. Le importaba poco que Gurdilo le hubiera llamado pedante y le aludiese con otras frases despectivas, sin hacerle el honor de citar su nombre. Los enamorados son capaces de los más grandes sacrificios á cambio de que la persona amada no sufra.

La ventana no estaba cerrada, el pestillo estaba descompuesto; Ramona no dormía, me esperaba; en cuanto me sintió, descargó tremendo bofetón sobre mi rostro. No importaba. Volvimos a la lucha; los mismos incidentes; rodamos, nos anegamos en maíz; yo tragué muchos granos. Y tampoco vencí aquella noche. Salí de allí por un armisticio, con promesas de futura victoria.

No le importaba entrar en una casa de mala fama ni acompañarse de cualquier mujer de dudosa conducta. Cruzaba sin reparo por medio del lodo, segura de no mancharse. Pues tal sencilla altivez, tal indiferencia por los halagos de los hombres, llamaron al cabo la atención del irresistible Velázquez y concluyeron por preocuparle.

Semejante vida no podía ser para ella, porque estaba fuera de su centro natural, Había nacido para menestrala; no le importaba trabajar como el obispo con tal de poseer lo que por suyo tenía. Pero alguien la sacó de aquel su primer molde para lanzarla a vida distinta; después la trajeron y la llevaron diferentes manos. Y por fin, otras manos empeñáronse en convertirla en señora.

Aquel día era extraordinario; no importaba que sus barracas estuviesen sucias y la comida por hacer: había excusa; y las criaturas, agarradas á sus faldas, lloraban y aturdían con sus gritos, queriendo unas volver á casa, pidiendo otras que les enseñasen el albaet.

Pocas horas más tarde, don Tadeo y dos caballeros amigos suyos celebraron ante él una entrevista, le dieron algún dinero, instrucciones y orden de marchar a Madrid. El curato quedó abandonado; mas ¿qué importaba descuidar la salud de unos cuantos por el servicio de todos?

Después de la sonrisa de saludo ya no le había mirado más. Sus ojos pasaron repetidas veces sobre él de un modo maquinal, sin llegar á verle. Era uno de tantos curiosos espectadores de su triunfo. En el mundo sólo existían en aquel momento la baraja y ella. Su despecho le hizo sentir una indignación de moralista. Nada le importaba que Alicia se olvidase de él.

Palabra del Dia

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