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Actualizado: 30 de junio de 2025


La ventana no estaba cerrada, el pestillo estaba descompuesto; Ramona no dormía, me esperaba; en cuanto me sintió, descargó tremendo bofetón sobre mi rostro. No importaba. Volvimos a la lucha; los mismos incidentes; rodamos, nos anegamos en maíz; yo tragué muchos granos. Y tampoco vencí aquella noche. Salí de allí por un armisticio, con promesas de futura victoria.

-Pues, en tanto que subimos a caballo -dijo don Quijote-, bien podéis decirme si soy yo aquel don Quijote que dijistes haber vencido. -A eso vos respondemos -dijo el de los Espejos- que parecéis, como se parece un huevo a otro, al mismo caballero que yo vencí; pero, según vos decís que le persiguen encantadores, no osaré afirmar si sois el contenido o no.

Aunque no quiera, ha de ver en el camino no recorrido, con difíciles pasos, nieves, grietas, obstáculos de todo género, una imagen del penoso camino de la virtud: esta comparación de las cosas materiales con el mundo moral se impone á su espíritu y le hace pensar: «A pesar de la naturaleza, he alcanzado éxito próspero: la cumbre está bajo mis plantas: verdad es que he sufrido, pero vencí, y cumplí mi deberEste sentimiento hace toda su fuerza en aquellos que han de llevar á cabo realmente la misión científica de escalar una cima peligrosa, ya para estudiar rocas y fósiles, ya para enlazar una red de triángulos y levantar el plano de una comarca.

Sin embargo, fue tan grande mi deseo de que mi hija supiese quién era su padre y de que él declarase que lo era, que yo vencí mi repugnancia, humillé mi soberbia y acudí a Juan Maury con mi pretensión. Le escribí varias cartas a las que no se dignó contestar, y yo sufrí y devoré su desprecio.

Pues ya Que por mi amistad te venzo, Y sabes que te vencí En tu casa por modesto, Y por Rey en mi palacio, Y en estos tres vencimientos Me has admirado piadoso Y valiente y justiciero, Vete, pues te dejo libre, De Castilla y de mis reinos; Porque si en ellos te prenden Has de morir sin remedio: Porque si aquí te perdono, Allá, como Rey, no puedo; Que aquí obra mi bizarría Y allí ha de obrar mi Consejo.

Pues bien: hablemos ahora cuanto quieras, de mis patos, mis gallinas, mis conejos, mis perros y mis flores. Ocho días después, me despedí de mi tío y me puse en camino para Italia. Llegué, vi y vencí.

Podría ser que fuese otro que le pareciese, aunque hay pocos que le parezcan. ¿Cómo no? -replicó el del Bosque-. Por el cielo que nos cubre, que peleé con don Quijote, y le vencí y rendí; y es un hombre alto de cuerpo, seco de rostro, estirado y avellanado de miembros, entrecano, la nariz aguileña y algo corva, de bigotes grandes, negros y caídos.

¡Cómo! ¿me pedís vos que me deshonre? ¿Consentiríais vos á vuestro lado á un hombre que hubiese perdido la vergüenza? Os quiero vivo. Y vivo me tendréis. Pero suponiendo que... lo que es suponer mucho... venciéseis á don Bernardino... Anoche vencí dos veces á Calderón.

Palabra del Dia

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