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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Me parece que debiera haber empezado por dirigirse a ... Eso es la educación rudimentaria. Así lo hubiera hecho, señora, pero ha juzgado inútil proporcionar a usted esa molestia sin conocer antes mis sentimientos personales...; que, después de todo, era lo que más le importaba. ¿Y te satisface ese casamiento?

Después dije no qué cosa contra los militares: el calló; pero al concluir mi discurso, vino á hablar conmigo y me expresó con algunas palabras su disgusto. Yo no esperé más: hacía tiempo que me cargaba aquel hombre, le tenía ojeriza sin saber por qué; le dije que me importaba poco su opinión.

Importaba, además, que el pueblo, donde la epopeya iba a nacer, tuviese el germen de una gran civilización propia, no ofuscada por recuerdos distintos de otra civilización pasada o extraña; y que, si algo o mucho tomaba de otras civilizaciones, fuese con tal brío plasmante, con tal fuerza de asimilación, que lo disolviese todo, mezclándolo con el jugo de sus entrañas, y que todo lo derritiese y fundiese con su calor natural, y que luego esta masa, fundida y hecha sustancia propia, la vaciase en molde, propio también, de donde saliera a luz, reluciente, nueva, con forma adecuada y castiza, y con sello peculiar, indeleble.

El respondió que a unos caballeros de Burgos que iban a Sevilla, uno de los cuales era su señor, el cual le había enviado delante por Alcalá de Henares, donde había de hacer un negocio que les importaba, y que junto con esto le mandó que se viniese a Toledo y de esperase en la posada del Sevillano, donde vendría a apearse, y que pensaba que llegaría aquella noche, o otro día, a más tardar.

El hambre no le importaba.... Mientras hubiese «petróleo refinado» como el de casa Espantagosos, el estómago iría bien.... Ahora, tras el chasco, se había «retirado a la vida privada», y podía decir muy alto, como su compañero, que todos los de la casa del pueblo eran unos ladrones. Y para que quedase bien sentada esta afirmación, se tragaron el aguardiente de un sorbo. ¡Espantagosos... mesura!

Aunque entregada por completo a la vida material, no tenía el menor instinto de conservación de la fortuna, no había pensado jamás en el origen de su dinero; creía vagamente que el capital de que gozaba era una fuente inagotable que estaba en algún paraje misterioso, que no había para qué indagar ociosamente: allí, entre los papeles del tío, estaba la mina; él se quedaría con gran parte del filón; pero ¿qué importaba?, no valía la pena de echar cuentas, desconfiar, administrar por misma; ¡absurdo!, por lo visto había para todo; él robaba, ella también; le engañaba, y el mejor día vendrían a casa unas cuentas que le dejarían patidifuso al buen D. Nepo, pues es claro que tenía que pagarlas.

No faltaban entre los soldados ordinarios algunos, que con secretas pláticas alteraban los ánimos para nuevos movimientos, diciendo: ¿Qué nos importaba haber vencido tantas veces, si se nos quita el premio de las manos? ¿Para esto salimos de nuestra tierra, y del regalo de la patria; para tener por recompensa del peligro de la vida tantas veces aventurada una pequeña paga? ¿Después de ganada una Provincia sacarnos de ella, y darnos por galardon de tantos servicios una nueva y peligrosa guerra?

Su naturaleza pletórica exigía el ejercicio. Aquella vida sedentaria que le gustaba a Ventura, aquel eterno teatro, aquellas visitas, aquel trasnochar sin sustancia, le mataban; la sangre se le ponía espesa como el aceite... ¡Pero qué le importaba a ella todo eso!

Las advertencias de Jacobo no fueron recibidas como debieran... Marcos le intimó que no debía meterse en lo que no le importaba... Paco lo mandó sencillamente a paseo... Y Curra, esa admirable y bondadosa Curra, aunque escuchara sus palabras con gracia y simpatía, conocedora de sus admoniciones a su marido y su amigo, insinuoles que Jacobo hablaba de despecho. ¡

En París, y hasta en Madrid, se ama a las señoras casadas sin inconveniente. En esto no hay diferencia entre el amor puro y el ordinario». Importaba mucho al jefe del partido liberal dinástico de Vetusta que Paquito le creyera enamorado de aquella manera sutil y alambicada. Si se convencía de la pureza y fuerza de esta pasión, le ayudaría no poco.

Palabra del Dia

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