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Actualizado: 17 de julio de 2025
¡Mi majestad!... ¡Pero si estamos solos, Margarita, si estamos solos! ¡Siéntate aquí al lado mío! Vengo á que hagamos las paces. La reina se sentó al lado del rey, pero con tiesura, con el semblante nublado y sin mirar á Felipe III. ¡Lo que yo digo! ¡eso, eso es! exclamó con impaciencia el rey ; ¡yo soy lo último de todo! ¡Señor! dijo la reina con dignidad.
¡Es una desgracia, es una verdadera desgracia! murmuró con más abatimiento aún Barragán. ¿Qué desgracia es esa? ¿Qué ha pasado? profirió el joven en el colmo de la impaciencia. Barragán, que parecía más inclinado a las vagas lamentaciones que a las confidencias, repitió cada vez con acento más desolado: ¡Qué tristeza! ¡Qué tristeza!
¡Ah! ¡ah! dijo el rey ; no lo creyera si no lo viera; y es letra y firma del duque de Uceda, con sus renglones torcidos... el hijo contra el padre... ya sabía yo que no andaban muy acordes entrambos duques... ¡pero que llegasen á tanto!... ¡Ah! ¡ah! Sigue, sigue dijo con impaciencia la reina.
Con este motivo se empelotaron en una disputa violenta y agria. En el curso de ella Moreno, aunque procuraba tener la lengua por hallarse en casa ajena y entre gente fanática, no pudo menos de verter algunos conceptos poco respetuosos hacia Moisés. El presbítero gordo, que era sin duda el más irritable del concurso y había escuchado la disputa con visible impaciencia, se enfureció de pronto.
De don Juan Téllez Girón, querréis decir, señora dijo el cocinero mayor. De Juan Montiño digo repitió con impaciencia la Dorotea. Juan Montiño, hija mía dijo dolorosamente el tío Manolillo , es don Juan Téllez Girón.
El no estaba seguro de haberle dado las señas con suficiente claridad. Era posible que se hubiese equivocado... Empezó á creer que, efectivamente, se había equivocado. El miedo y la impaciencia le hicieron abrir su puerta, plantándose en el corredor para mirar de lejos el cerrado cuarto de Freya.
En esta habitación dijo el lego nació nuestro santo fundador. Aquí tuvo también el hermano Garrido su revelación portentosa. Usted habrá oído hablar de ella.... Pero viendo que el señor permanecía impasible, dijo con cierta impaciencia: Pero usted sí que sabrá quién era el hermano Garrido. ¡Oh! mucho dijo Aresti, que oía por primera vez este nombre.
Puse otra vez los dos retratos y el estuche en el cofrecillo, éste en su lugar, cerré el armario, y no sabiendo adónde había ido Amparo, me resigné a esperar su vuelta con la menor impaciencia posible. Al pasar por su gabinete vi una carta abierta sobre un velador. Aquella carta era sin duda la que había causado la precipitada salida de Amparo. La leí y palidecí como ella había palidecido.
Chonito caminaba con la nariz pegada al suelo, sus ijares se estremecían de impaciencia, de cuando en cuando se volvía para cerciorarse de que le acompañaba el cazador. ¡Ahora! exclamó el de Naya . Eh, Julián, mándele que entre.... Entra, Chonito, entra murmuró lánguidamente el capellán.
Le pregunté por qué no había ido a pasar una temporada en Brighton o en algún otro punto de la costa Sud, como le había indicado antes, pero me replicó que había preferido quedarse en su casa, y que, hablando francamente, había estado esperando con impaciencia mi llegada.
Palabra del Dia
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