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Actualizado: 28 de junio de 2025


Tal es la mezcla de amor y de egoísmo que se ha imaginado. »Esto me ha dicho hace dos horas. ¿Cómo quiere V. que yo le entere de que su Felisa ha perdido aquella belleza que era su orgullo, y además le diga que ha resuelto no casarse? Se supone querido e ignora que quedará ciego.

Y, en efecto, me dejó dormir toda la noche, velando mi sueño con la solicitud de un padre... Siempre he imaginado que todos los hombres tienen en el fondo de su alma un gato, Tristán, un gato de bondad y de nobleza. ¡Hay que buscárselo, hay que buscárselo! Se busca el gato y se halla el ratón respondió aquél alzando los hombros.

Odiaba de muerte á Bozmediano, y este sentimiento le llevó á sentar el principio de que lo que allí se trataba no podía ser cosa buena. Retiróse á la calle de Válgame Dios, muy pesaroso por no haber podido tener con su enemigo la terrible entrevista que él se había imaginado. No es descriptible la ira que de María de la Paz se había apoderado con motivo de la tardanza del joven.

El Atlántico le conocía desde Islandia y las islas de Lofoden, hasta el Cabo de Buena Esperanza y el de Hornos. Sabía lo que son las tempestades del Pacífico y los tifones del mar de las Indias. Yurrumendi había visto mucho; pero más que lo que había visto, le gustaba contar lo que había imaginado. A Chomin Zelayeta y a nos tenía locos con sus narraciones.

La figura de D. Pedro, delineada con vigoroso pincel, que desde entonces llamó particularmente la atención de los dramáticos españoles, se nos presenta de nuevo en Lo cierto por lo dudoso, drama, que por su desarrollo interesante y por la artificiosa unión de sus escenas para converger en un desenlace sorprendente, y natural, sin embargo, y bien imaginado, se ha sostenido con justicia en el teatro obteniendo constantemente los aplausos del público.

Miguel de Zuheros tuvo entonces una visión extraña de tal consistencia, que le pareció realidad y no delirio de la mente. Podría ser espejismo, algo cuya causa él no se explicaba, pero algo que estaba fuera de él: que era real y no imaginado. A no mucha distancia de su nave, vio Morsamor otra nave que navegaba a toda vela con próspero viento y en dirección contraria.

A su decepción se unía el dolor del orgullo herido. ¡El que se había imaginado cosas tan distintas para cuando se viesen por primera vez á solas!... Freya se apiadó de su tristeza. No sea usted niño... Eso pasará. Piense en sus negocios, piense en su familia, que le espera allá en España. Además, el mundo está lleno de mujeres: yo no soy la única. Pero Ferragut la interrumpió.

Novela me parece a en efecto, pero contada con tan extraña candidez y en apariencia con tan poco arte, que tiene trazas, más que de algo imaginado o inventado, de relación fiel de sucesos que verdadera y realmente han ocurrido. El protagonista de la novela, el padre Juan, a quien daban por apodo Quitolis, ha vivido sin duda, pero en su ser hay mucho de simbólico y de enigmático.

Pero sea que ella temiese la intervención secreta ó pública de Rogerio Chillingworth, ó que su conciencia le hiciera temer que se concibiese una sospecha, que ningún otro habría imaginado, ó que tanto el ministro como ella necesitaban de más amplitud de espacio para poder respirar con toda libertad mientras hablasen juntos, ó quizás todas estas razones combinadas, lo cierto es que Ester nunca pensó en hablarle en otro lugar sino á la faz del cielo, y de ningún modo entre cuatro paredes.

Luego la había seguido, hasta adquirir la completa evidencia de su infortunio. Margarita no se lo había imaginado nunca tan vulgar y ruidoso en sus pasiones. Esperaba que aceptase los hechos fríamente, con un ligero tinte de ironía filosófica, como lo hacen los hombres verdaderamente distinguidos, como lo habían hecho los maridos de muchas de sus amigas.

Palabra del Dia

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