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Actualizado: 11 de junio de 2025


La madre Misericordia se acordó con horror de que el Santo Oficio había quemado viva á más de una monja. Este recuerdo la decidió; copió la carta que había escrito para Lerma y continuó la que estaba escribiendo para el inquisidor general, de esta manera: «Además, incluyo la que á mi tío escribo, y creo que vuecencia ilustrísima quedará completamente satisfecho de .

Recibo de rodillas su bendición y se la pido de nuevo. Dios guarde la vida de vuecencia ilustrísima como yo deseo. Humilde hija y criada da vuecencia ilustrísima. Misericordia, abadesa de la comunidad de las Descalzas Reales de la villa y corte de Madrid

Si he pecado escribiendo más, sin intención ha sido, pero sin embargo, espero la penitencia, para cumplirla, que vuecencia ilustrísima se digne imponerme como padre espiritual y sacerdote, y por otra parte he escrito la carta para mi tío que vuecencia ilustrísima me manda escribir en la suya, y en la cual carta desvanezco completamente las dudas de mi tío acerca de los deslices de su hija y de la enemistad de Quevedo.

En vano le llamé al orden y le rogué que continuase hablándome de la tertulia de Su Ilustrísima: le había tocado su cuerda más sensible, y, como siempre, se engolfó entre sus rancias memorias: no hallé medio de dirigirle una pregunta sin obtener por respuesta parrafadas como la anterior.

Perdone Su Ilustrísima el disgusto que le he causado, y olvídelo. Que la Virgen Santísima la proteja, hija mía. Rece una salve por , que bien la necesito respondió el prelado, dejándola pasar y mirándola con expresión de lástima hasta que traspasó la puerta. Salió aturdida, loca de vergüenza, con las manos trémulas y las mejillas encendidas.

Lo que quiero decirle, señor profirió la hija de Osuna con audacia, serenándose de pronto bajo el impulso de la exaltación, es que teníamos en esta villa un coadjutor celoso, modelo de abnegación, de mansedumbre, de actividad, que había logrado a fuerza de inmensos sacrificios inspirar devoción y piedad a muchos que jamás las habían sentido, que sin violencia ninguna había puesto en orden la parroquia y devuelto a Dios lo que le pertenecía... Pues bien, he sabido... hemos sabido con dolor los feligreses todos, que en vez de dejarle en el cargo que desempeñaba interinamente, Su Ilustrísima se lo ha dado a otra persona...

En la visita que a fines del año pasado de 1784 practicó el Ilustrísimo Señor Obispo de esa ciudad en los pueblos de su distrito, y que en toda ella acompañé a Su Señoría Ilustrísima, me impuse bastante en este punto, pues, aunque no lo ignoraba, no me constaba con tanta certeza.

Que dichas imposiciones habian tenido por objeto la defensa contra los moros, que otras veces habian hecho entradas con ayuda de los parciales del obispo. Que tampoco eran reos de excomunion por haber prendido á los familiares de su ilustrísima, puesto que eran personas legas.

, hasta ahora; pero ¿quién responde? Tantas veces va el cántaro a la fuente.... Don Fortunato es una malva, corriente; no es un Obispo, es un borrego, pero.... ¡Le tengo en un puño! Ya lo , y yo en otro; pero ya sabes que es ciego cuando se empeña en una cosa; y si Su Ilustrísima polichinela da otra vez en la manía de que pueden decir verdad los que te calumnian, estás perdido.

Si en la carta que vuecencia ilustrísima conoce, escrita por á mi tío el señor duque de Lerma, hay mucho de mundano, consiste en que mi tío me ha pedido informes acerca de lo que media entre don Francisco de Quevedo y la condesa de Lemos. Faltaría yo á lo que debo á Dios y mi conciencia, si en lo que digo en la tal carta mintiera.

Palabra del Dia

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