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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Prometí á V. no ha muchos días, mi excelente amigo, darle cuenta de los curiosos pormenores contenidos en la «Quenta del gasto que se hizo en el hospedaxe del embajador de yngalaterra en estos Reales Alcázares de la Ciudad de Sevilla por mandado del Conde Duque de Olivaressegún reza un curioso m-s. que tuve la suerte de encontrar en la tarea que me impuse, años hace, de ordenar los involucrados papeles de aquel Palacio.

Sea por complacencia involuntaria de los días amables y añorados, sea por avaricia, no quise que aquella parte viviente de mi juventud fuera enteramente destruida. Me impuse la tarea de revolver aquel viejo repertorio de cosas infantiles y de sensaciones apenas despertadas. Fue una especie de confesión general indulgente, pero firme, sin ningún peligro para una conciencia que se juzga.

En la visita que a fines del año pasado de 1784 practicó el Ilustrísimo Señor Obispo de esa ciudad en los pueblos de su distrito, y que en toda ella acompañé a Su Señoría Ilustrísima, me impuse bastante en este punto, pues, aunque no lo ignoraba, no me constaba con tanta certeza.

Si yo llegara á creer de una manera evidente que no me querías, no cómo podría vivir; y si aún vivo después de aquella tarde, es porque la duda me ha dado vida, duda en que ya no quiero pensar: la he tenido como un deber, me la impuse yo mismo; pero ya rechazo esta tiranía. Cuando te he visto, me parece que ha retrocedido el tiempo.

En resolución, yo le hice desatar, y tomé juramento al villano de que le llevaría consigo y le pagaría un real sobre otro, y aun sahumados. ¿No es verdad todo esto, hijo Andrés? ¿No notaste con cuánto imperio se lo mandé, y con cuánta humildad prometió de hacer todo cuanto yo le impuse, y notifiqué y quise?

Las desfiguraciones que impuse á la realidad no han impedido á ciertos habitantes de la Costa Azul reconocer el origen de mis personajes.

Señores pudo decir al cabo con voz temblorosa si un juramento solemne no me obligara a permanecer en el ostracismo que voluntariamente me impuse hace tantos años, o mejor dicho, que me impusieron el fanatismo y la injusticia, si eso no fuera, yo volvería con mil amores al seno de aquella sociedad de la que fuí fundador con otros seis o siete amigos. ¿Y cómo no, señores, si allí corrieron los mejores días, para , en pláticas provechosas y amenas con el elemento más culto de la población?

Allí mismo, con toda solemnidad, me impuse el juramento de dejar Colón, renunciando a Panamá, al canal, al mundo entero, en el primer barco que zarpase, sin importarme para dónde. Cómo pasé esa noche, ¿a qué decirlo? Al alba estaba en pie, me ponía en campaña y sabía que dos días después partía para Nueva York el vapor Alene, de la compañía Atlas.

Palabra del Dia

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