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Actualizado: 19 de julio de 2025


Cada vez se crecía ella más ante mis ojos, y cada vez me encontraba yo más humillado ante la doble superioridad de su hermosura y de su clase. Acostumbrándome a la idea de que tan admirable conjunto de gracias no podía ni debía ser para , llegué a tranquilizarme, porque la resignación, renunciando a toda esperanza, es un consuelo parecido a la muerte, y por eso es un gran consuelo.

Pues bien, seréis su esposa, doña Clara. No... imposible... de ningún modo... ¿no os digo que me ha humillado? No os comprendo.

Reyes comprendía bien que, sin culpa suya, se iba convirtiendo en el enemigo de sus afines, enemigo vencido y humillado gracias a que su mujer le entregaba indefenso, atado de pies y manos, a cuantos parientes quisieran hacer de él un pandero.

La fatuidad con que él presume y se jacta de lograr todo esto, me ha humillado, me ha vejado y me ha ofendido. Quiero vengarme y me vengaré. Quiero desengañar a ese hombre y le desengañaré con el más duro desengaño. Por mismo y por medio de viles terceros se obstina en que yo le reciba a solas en mi casa, y me pide una cita.

10 Mas cuando fueres llamado, ve, y siéntate en el postrer lugar; porque cuando viniere el que te llamó, te diga: Amigo, ven arriba; entonces tendrás gloria delante de los que juntamente se sientan a la mesa. 11 Porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.

Malsana, servil, perversa había sido la pasión de aquella mujer. Los celos impotentes, su amor humillado hacían que Vérod acogiera estas ideas.

Todas estas buenas gentes me conocen desde mi infancia, y me agradecen los servicios que mi padre y mi abuelo les prestaron. Además, soy de su raza, de la raza de los paisanos. Mi bisabuelo era agricultor en Bargecout, una aldea a dos leguas de aquí. ¡Oh, oh! ¡parecéis estar orgulloso de ello! Ni orgulloso ni humillado. Dispensad, pero habéis tenido un pequeño movimiento de orgullo.

Entretanto, la mandioca del año anterior comenzaba a concluirse, las últimas espigas de maíz rodaron por el suelo, blancas y sin un grano, y el hambre, ya dura para los tres perros nacidos con ella, royó las entrañas de Yaguaí. En aquella nueva vida había adquirido con pasmosa rapidez el aspecto humillado, servil y traicionero de los perros del país.

Temblaba de inquietud, y la noticia que tan bruscamente le daba Laura, el beso a Julio, sólo alcanzó a herirle la imaginación. Su amor propio había muerto, estaba dispuesto a pasar por todo para conseguir que Adriana le siguiera. A ser necesario, se habría humillado hasta arrastrarse a sus pies o hasta suplicar al mismo Julio que intercediera para convencerla. Porque la deseaba.

Había enlodado en un segundo el amor más puro que hombre alguno haya sentido sobre , y acababa de perder con Inés la irreencontrable felicidad de poseer a quien nos ama entrañablemente. Desesperado, humillado, crucé por delante de la puerta, y la vi echada en el sofá, sollozando el alma entera sobre sus brazos. ¡Inés! ¡Perdida ya!

Palabra del Dia

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