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Actualizado: 13 de julio de 2025
Más allá marcábanse en el horizonte las alas blancas de una goleta que venía hacia Palma lentamente, como una gaviota fatigada. Entró madó Antonia, dejando sobre la mesa un tazón humeante de café con leche y una gran rebanada de pan cubierta de manteca. Jaime atacó el desayuno con avidez, y al mascar el pan hizo un gesto de desagrado.
A comer, a comer dijo doña Martina. Y en el mismo instante un criado apareció con la humeante sopera entre las manos. D. Bernardo se levantó para ofrecer el asiento al coronel Bembo; pero éste, conociendo las costumbres de la casa, se guardó muy bien de aceptarlo; si el anfitrión hubiera cambiado de sitio, quizá no le sentase tan bien la comida.
En el puente tocó con un entusiasmo pueril la caperuza de bronce de la bitácora y los demás instrumentos de dirección, brillantes como si fuesen de oro. Quiso ver la cocina, ó invadió los dominios del tío Caragòl, poniendo en lamentable desorden sus formaciones de cacerolas, asomando su hocico sonrosado á la boca humeante del gran puchero en el que hervía el almuerzo de la gente.
La cabra de trémulo balido y cuernos inútiles veíase metida sin defensa en el antro de la pantera, y allí sufría la arremetida que quebraba sus huesos con espeluznante crujido, hundiendo la bestia sus zarpas en las entrañas de la víctima y el hocico en su sangre humeante.
Digo bien, digo bien, «muñeca»: cuando estés allá voy a ser otro.... Tendré con quien hablar, con quien reir.... ¡Ya verás que alegría en aquella mesa! Allá no faltará un buen mozo, algún ranchero rico, y te casaré. Don Rodolfo, agregó, dirigiéndose a mí y desplegando la servilleta, mientras Angelina servía la humeante sopa, ¡queda usted invitado a la boda! La joven se encendió.
Tú, que nunca has llenado sus profundas copas en la mesa del festín, ni les has presentado la carne humeante del jabalí Sarimar, ¿para qué sirves? ¿Para hilar sábanas?
Así decía Kernok, con un largo anteojo en la mano, y acariciando la culebrina aún humeante que él mismo acababa de apuntar contra el San Pablo, porque este navío no se había apresurado a izar su pabellón. Esta era la bala que había matado a Carlos y a su esposa.
Todas aquellas almas bienaventuradas y temerosas de Dios salieron del palacio de Alcudia y se dirigieron a sus moradas, donde les aguardaba la sopa de tortuga humeante, el salmón con salsa mayonesa, las ricas ensaladas de col de Bruselas y las apetitosas bouchées de crevettes.
En el momento que cuajen se coge la sartén por el mango, se da un impulso horizontal de frente, extendiendo el brazo, y al recogerlo otro impulso hacia arriba, de manera que quede doblada; se sirve dorada y humeante sobre una fuente.
Ferragut asimilaba estas exaltaciones del cocinero á su ligereza de ropa en todo tiempo. Ardía en su interior un fuego incesantemente renovado. En los días brumosos subía al puente con unos vasos de bebida humeante que él llamaba calentets. Nada mejor para los hombres que habían de pasar largas horas á la intemperie, en inmóvil vigilancia.
Palabra del Dia
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