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Actualizado: 15 de octubre de 2025
La emulación y los celos entre dos cofradías rivales, las fiestas y procesiones en que compiten, y sobre todo, la lucida cabalgata y jira campestre llamada del romerito, todo está lindamente pintado, rico de luz y de colores; todo tiene el perfume campesino de los pinares y de las huertas, la claridad y la limpieza de los arroyos de agua corriente, cerca del esquivo y apartado manantial, y la brillantez azul y serena del cielo despejado de Andalucía.
Mariano se desperezó y después que hubo estirado bien sus extremidades, descargó el puño sobre la mesa, diciendo: «¡Maldita sea la Biblia!». Isidora, que vivía en la calle de las Huertas, salía con frecuencia al balcón, y si veía a su padrino paseándose de arriba abajo y echando con disimulo un vistazo al piso segundo, sentía pena y lástima.
Habia allí, además del régio alcázar, viviendas magníficas para hospedar á los altos funcionarios del Estado; allí acueductos que mantenian con el agua de la sierra en perpétuo verdor las huertas y vergeles; allí jardines con toda clase de flores y boscages de azahar, de mirto y de laurel; allí sorprendentes juegos de aguas, y fuentes, estanques y lagunas de todas formas; allí cenadores y deliciosas umbrías en que guarecerse de los ardores del estío.
Antes del referido año 1529 se hacian en casos semejantes procesiones á los santuarios de la Fuen-Santa y de Nuestra Señora de las Huertas; desde entonces se introdujo la costumbre de traer la imágen de Villaviciosa á la iglesia de S. Salvador de Córdoba, y de aquí á la catedral, en cuya capilla mayor antigua permanecia depositada el tiempo que duraban las solemnes deprecaciones.
Salvos los cumplimientos y ceremonias de costumbre, no hubo en la conversación nada memorable, hasta que los tres, que iban juntos, salieron de la ciudad y llegaron al campo. La pequeña ciudad está por todas partes circundada de huertas. Muchas sendas las cortan en diversas direcciones. Á un lado y otro de cada senda hay una cerca de granados, zarza-moras, mimbres y otras plantas.
El alcázar. El antiguo alcázar de Córdoba debia ser un edificio inmenso, ó mas bien un conjunto de varios y magníficos edificios, porque en su irregular recinto se comprendia todo lo que es hoy palacio episcopal, alcázar viejo y nuevo, caballerizas, y huertas del alcázar.
Quien se admire de esto, ni ha amado nunca ni sabe lo que es amor. A riesgo de parecer grosero, alejeme de Joaquinita. Su compañía en aquel momento podía echar a perder un fausto suceso que veía en lontananza. Atravesamos de nuevo el pueblo, y salimos por la parte del Sur a las huertas y jardines que lo circundan.
¿Quién, el Pollo? ¡Anda, que buen polvo lleva a estas horas! exclamó soltando la carcajada. ¿Cómo? ¡Na, que se ha fugado esta misma noche de la cárcel! Abrió un agujero en la pared con una palanqueta, que nadie sabe quién se la dio ni cómo la escondía, y se tiró al patio. De allí gateó por la pared y subió al tejado de un almacén, y de allí se echó a las huertas.
Me parece que segundo. Muchas gracias. No las merece. Volvió a salir. Al entrar en el coche, interrogó con ojos suplicantes a la generala, la cual se dignó hacer un signo afirmativo. Entonces dijo rápidamente al cochero: Huertas, 30... De prisa. Y se enderezaron a todo el correr del jamelgo hacia la casa de la generala.
Guardaba parecido con la fruta de la tierra, con las manzanas lustrosas y coloradas que en apretados piños cuelgan por encima de las paredes de las huertas en el país en que nos hallamos. Ella también era una fruta del país, sazonada y dulce como pocas.
Palabra del Dia
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