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Actualizado: 15 de julio de 2025
Bastaba esto, sin duda, para llevar al teatro á este hombre singular, ansioso de obtener en la literatura patria un lugar honorífico, y de influir también en su país.
Cuando el señor Laubepin acababa de rendirse á sí mismo este honorífico testimonio, una vieja criada vino á anunciarnos que la comida estaba servida. Tuve entonces el placer de conducir al comedor á la señora de Laubepin. Durante la comida la conversación se arrastró en los más insignificantes asuntos.
Por tanto, no conociendo él en todo el mundo, belleza digna de amar, ni bondad á qué aficionar aún el más mínimo de sus deseos, sino mirando en sólo Dios, que era siempre para él todo lo amable por su belleza y todo lo apetecible por su bondad, se olvidó y perdió de vista todas las cosas de la tierra y aun á sí mismo; cátedras, púlpitos y cualquier otro oficio honorífico de los que tal vez suelen estimar los menos desengañados en el pequeño mundo de la religión, eran para el P. Arce cargas insufribles, y por eso, como vimos, no acabó de llorar y de hacer instancias á los Superiores, hasta que le descargaron de la ocupación de leer las Facultades mayores en la Real Universidad de Córdoba de Tucumán.
En la iglesia se celebraba una fiesta para conmemorar la milagrosa victoria, y Jaime, sentado junto a su madre en un sitio honorífico, estremecíase de emoción escuchando al predicador, lo mismo que cuando leía una novela interesante en la biblioteca que su abuelo tenía en Palma, en el segundo piso de la casa.
Francisco Tárrega, doctor en Teología y canónigo de Valencia, parece haberse ya distinguido en la poesía antes de 1591, puesto que obtuvo el lugar más honorífico en la Academia citada. Vicente Mariner ha celebrado su fama en un pomposo panegírico en latín, lleno á la verdad de frases vagas y sin dar noticia alguna de su vida.
El más cercano le tenía á su lado en público; salió con él por el camino al marchar hacia la Fere, y dejándole en Chauny encomendó mucho á Villeroy cuidase de su persona, acompañándole cuando hubiera de ir á San Quintín, «porque no podía pasarse sin su compañía.» Todo esto era altamente honorífico sin duda; mas no lo que esperaba el Sr.
Maltrana añadió, después de una breve pausa: También existe otro embuste legendario: la muerte de Colón en Valladolid, en plena miseria, pobre víctima de la ingratitud del rey Fernando. ¿Qué más podía hacer éste por él? El antiguo vagabundo era Almirante, cargo el más honorífico de la nación, pues lo había creado un monarca para uno de sus tíos.
Los altos puestos los acaparaban los cortesanos de nobleza tradicional, los descendientes de los que habían peleado en la Península contra el sarraceno. Embarcándose para las Indias todo era posible. Bastaba fundar un pueblo para ennoblecerse por este hecho, colocando ante su nombre el honorífico Don.
Estoy seguro dijo Rafael que va a ponerse otro nombre más, A. POLO DE MÁRMOL DE CARRARA; y que, sin dejar de escribir contra la nobleza y las distinciones, solicita y obtiene algún cargo honorífico de la corte, como, por ejemplo, CABALLERIZO MAYOR DEL PARNASO. Y al duque, ¿le encontraré en Madrid? No, pero podrás verle al pasar por Córdoba, donde se halla con toda su familia.
No quedaba duda alguna que se había ideado para adorno de un vestido; pero cómo debió de usarse, y cuál era la categoría, dignidad ó empleo honorífico que en otros tiempos significaba, era para mí un verdadero enigma que no tenía muchas esperanzas de resolver. Y sin embargo, me produjo un extraño interés.
Palabra del Dia
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