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Actualizado: 29 de julio de 2025
Las mujeres con el alma soñolienta, sin iniciativas, sin voluntad, y que apenas sabían leer y escribir, resultaban el tipo perfecto de la dama honesta. Indudablemente serían así las que vió á través de los ventanales del palacio imperial el primer Hombre-Montaña que vino á nuestro país.
Nos daba honesta y liberal pobreza El sustento bastante; que con poco Se suele contentar naturaleza.» El primer infortunio que acibaró su ventura doméstica, fué la muerte de este mismo hijo Carlos, á los siete años de edad.
Por poco preparado que estuviese para aventuras de aquella importancia, no pudo dejar de comprender el señor de Sontis el carácter de las atenciones con que era favorecido. Por extraña que fuese la aventura, parecía no quedar duda sobre que aquella mujer tan atractiva, delicada y honesta, estaba enamorada de aquel mal sujeto, palidote y vulgar.
Con permiso de usted, la voy a besar otra vez. No la había besado nunca. No me atrevía, ni ella lo habría consentido, porque era la persona más honrada y honesta que usted puede imaginar». Guillermina sentía tanto asombro como lástima ante las demostraciones de aquel buen hombre que con tanta franqueza se expresaba.
El tabaco, como es natural, le sirve para proporcionarse una honesta distracción, y el libro pequeño es un diminuto breviario en que ora de cuando en cuando. Los dos, Azorín y el clérigo, salen del pueblo y van caminando por un tortuoso camino plantado de moreras.
Conviniérala como mujer honrada y honesta, y discreta, y bien nacida, no porque de vos viniera, sino porque nació buena, otro hombre, más amor, más alma, más valor y dicha la verdad sea, más vergüenza.
Yo creo que estás perfectamente equivocado, Lorenzo, porque, ¿cómo no ha de haber influido la educación en ella como en toda persona? ¿Para conducirse honesta y virtuosa en la situación de ella?... ¿Asediada sin duda, a cada paso por individuos de toda condición? ¿Con veinte años y la libertad de que ha debido gozar?... ¡Bah!... ¡eso no lo hace la educación! ¡Vaya si lo hace!
Yo, señor don Quijote de la Mancha, soy una déstas, apretada, vencida y enamorada; pero, con todo esto, sufrida y honesta; tanto que, por serlo tanto, reventó mi alma por mi silencio y perdí la vida. Dos días ha que con la consideración del rigor con que me has tratado, ¡Oh más duro que mármol a mis quejas,
En la calle de Harinas existía una posada de las más acreditadas de la ciudad y de la que era dueño un matrimonio que tenía cierto capital, pacíficamente adquirido en el ejercicio de su comercio. La esposa era, según las memorias, mujer muy hermosa, y á lo que parece, debía de estar prendada de su marido, y ser, á más, honesta y muy cumplidora de sus deberes.
Hemos estado buscando jóvenes, y ya hemos encontrado algunas; pero aún nos faltan cinco. La fiesta es mañana: y si no encontramos hoy esas que faltan, se va á deslucir la función. ¡Qué contratiempo! No saben ustedes cuánto he trabajado para buscarlas. Son muy guapas las que tengo ya. Señor don Gil, por Dios chilló Salomé en el tono de una honesta dama que reprende el atrevimiento de su galán.
Palabra del Dia
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