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Actualizado: 29 de julio de 2025
Adela se arrodilló, cruzados los brazos sobre las rodillas de Ana; y Ana hizo como que le vendaba los labios con una cinta azul, y le dijo al oído, como quien ciñe un escudo o ampara de un golpe, estas palabras: Una niña honesta no deja conocer que le gusta un calavera, hasta que no haya recibido de él tantas muestras de respeto, que nadie pueda dudar que no la solicita para su juguete.
Sí, señor, contestó con mucho reposo la mujer. Cuando usted guste, puede pasarse por mi casa, que mi marido le entregará la llave. ¿Qué retórico, por sábio que fuera, escribiria una alegoría más vigorosa, más bien expresada, más significativa, sin dejar de ser decorosa y honesta? Segunda curiosidad.
Y aunque me quisiese, sería de otro modo que como querían las mujeres que Vd. cita para mi ejemplar escarmiento. Una señora, bien educada y honesta, en nuestros días, no es tan inflamable y desaforada como esas matronas de que están llenas las historias antiguas. El pasaje que aduce Vd. de San Juan Crisóstomo es digno del mayor respeto; pero no es del todo apropiado a las circunstancias.
Huyó D. Paco por el pasillo adelante buscando refugio, y siguiendo tras él, dimos los tres en una gran pieza, desde la cual se pasaba a otra con espaciosas rejas a la calle, donde vimos el espectáculo de la más horrenda anarquía que pueden ofrecer en el interior de una honesta casa las demasías de la libertad.
En los últimos días de una primavera cortejó a una viuda aristocrática tan honesta y virtuosa, que no murmuraban de ella ni aun sus íntimas amigas. Al empezar el verano logró rendirla, y comenzado en Madrid el idilio, se dieron cita para continuarlo en un pueblecillo de baños.
No tengo la menor duda me decía, que su compañera era una mujer honesta. Pero, para ella, era usted un hombre cualquiera, un desconocido. Figúrese que un muchacho audaz que hubiese sabido encontrar el camino de su corazón, se hubiera arreglado de manera para reservarse... su sitio de usted. ¿Cree usted que las cosas habrían pasado de la misma manera?
Y con la mano derecha abierta y puesta sobre el pecho como una condecoración, los ojos en blanco, protestó el anciano de su honesta conducta. «Lo creo, hombre, lo creo. Yo la acompañé, yo la asistí, mientras se curaba; yo la he servido... ¡Qué días, qué noches!
Entremeses nuevos, de diversos autores, para honesta recreación: Alcalá de Henares, 1643. La mejor flor de entremeses que hasta hoy ha salido, recopilados de varios autores: Zaragoza, 1679. Floresta de entremeses y rasgos del ocio á diferentes assumptos de bailes y mojigangas: Madrid, 1680. Vergel de entremeses y conceptos del donaire: Zaragoza, Diego Dormer, 1675.
Vuestra es, yo la he comprado. Por cierto la compra es bella, Si qual hermosa, es honesta. Decid, señor, quanto cuesta? Dado he mil doblas por ella. Espera ser rescatada? De muy rica tiene fama. Su nombre? Silvia se llama. Es doncella, ó es casada? Casada soy, y doncella. Cómo es eso, Silvia, dí? Señora, ello es ansi, Que ansi lo quiso mi estrella.
Quiérole honrar y hacer fiesta, Y el muy necio, hermana mía, En tu presencia porfía Con voluntad poco honesta. Llévala, Nuño, y descansa Esta noche. NU
Palabra del Dia
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