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Actualizado: 29 de julio de 2025
Por eso sin duda era más pálida su cara, sus ojeras más hondas y el oro mate de su pelo tenía una tonalidad más antigua. Y aquellas sus anchas pupilas, con cierto brillo febril en su dulzura profunda, ¿no revelaban también la imaginación apaciguada por una larga contemplación visionaria y ajena, desde hacía muchos años, a toda suerte de seducciones mundanales?
A trechos por el ultramisticismo de apoteosis de sus poemas pasa una desolada sombra de horror: el ala angustiadora y proterva del monstruo del alcohol. Y así nos ha dado las más hondas y raras impresiones que artista alguno dió a la humanidad en todos los tiempos.
Y ella, a solas, sumergida en hondas perplejidades y tristezas, repetía en su mente las preguntas del juez, deploraba no haber dado tal o cual contestación, revolvía lo cierto con lo dudoso, la acusación de la ley con los datos de su memoria, el testimonio de su conciencia con ciertas presunciones y sospechas, para tratar de sondear aquel antro obscuro que, desde la acusación por falsificadora, se había abierto ante sus ojos.
Escucha: tú vienes triste como de costumbre; yo estoy más alegre que suelo. ¿Por qué ese color pálido, ese rostro deshecho, esas hondas y verdes ojeras que ilumino con mi luz al abrirte todas las noches? ¿Por qué esa distracción constante y esas palabras vagas e interrumpidas de que sorprendo todos los días fragmentos errantes sobre tus labios? ¿Por qué te vuelves y te revuelves en tu mullido lecho como un criminal acostado con su remordimiento, en tanto que yo ronco sobre mi tosca tarima? ¿Quién debe tener lástima a quién?
Huérfano de tradiciones muy hondas que le orienten, ese pueblo no ha sabido substituir la idealidad inspiradora del pasado con una alta y desinteresada concepción del porvenir. Vive para la realidad inmediata, del presente, y por ello subordina toda su actividad al egoísmo del bienestar personal y colectivo.
Por de pronto le dejé en dudas y no aguardé a más. Pero ¡ay, Leto! cuando salí a la mesa... figúrese usted con qué ánimos saldría y con qué ganas de comer y con qué trazas; pues, por mucho que quise componerme y arreglarme de manera que se borraran las marcas de lo pasado, ¡eran tan hondas!
La montaña se ostentaba á nuestros ojos llena de hermosura y majestad en su conjunto y de gracias y sorpresas en sus relieves, sus hondas ramblas, sus magníficos bosques, sus solitarias praderas, sus dispersos chalets y sus mil rasgos interesantes.
Evidentemente no era yo el único que conspiraba aquella noche en el castillo. La situación en que me hallaba no era por cierto muy favorable para entrar en hondas meditaciones. Sin embargo, no dejé de reconocer y decirme que el nuevo proyecto de Henzar, por infame que fuese, significaba una ventaja para mí; la de situarlo al lado opuesto del foso, separado por lo tanto del Rey.
Es como si se dijera «un homicida que no ha matado a nadie», o «un ladrón que no robó nunca». ¿Le parece poco delito al Sr. Weissbein el hecho de ser ruso? Rusia es un país demasiado frío, demasiado lejano y demasiado complicado, y a nuestra Policía le ha inspirado siempre muy hondas sospechas. En Madrid, Sr.
Para distraerse de tan hondas preocupaciones y quizás también con la esperanza de encontrar a Simón Princetot en Rosalinda, resolvió Francisco hacer una nueva visita a la señora Liénard. La perspectiva de pasar una hora o dos en compañía de la encantadora viuda le alegraba suavemente el corazón.
Palabra del Dia
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