Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 28 de mayo de 2025


Este maldito del Océano, que hacía recordar al «Holandés errante» y a otros pilotos en pecado mortal, había realizado un viaje desde las Indias a Cádiz en sólo tres días. Pero hay que advertir que la nave iba tripulada por una legión de demonios disfrazados de marineros, que le habían ofrecido sus servicios. La travesía se efectuó en un continuo huracán.

Tradujo el libro al latín un español llamado Ciprián ; se tradujo también al holandés , como arma política que avivara el sentimiento de insurrección en las Provincias Unidas , destinando al mismo objeto en Aragón otro libro titulado Un pedazo de historia de lo sucedido en Saragosa de Aragón á 24 de septiembre de 1591.

Como detalle curioso relacionado con el conocimiento de la época merece saberse que el caballero holandés Aarsens de Somerdyck, que vino poco tiempo después a España, cuenta la causa de la enfermedad diciendo que don Pedro de Aragón, gentil hombre de la cámara de S. A., le dejó pasar una noche con una ramera, de lo cual se le originó gran debilidad y fiebre: los médicos, ignorantes del origen de la dolencia, le sangraron, acelerando la muerte; y don Pedro, por consentir el exceso o no revelarlo oportunamente, cayó en desgracia, aunque era cuñado del privado, castigándosele con no volver a la corte y obligándosele a vivir en un extremo de la ciudad sin que se le permitiera hacer ni recibir visitas con ostentación . Como los naturales de otras naciones que vienen a viajar por la nuestra para escribir luego sus impresiones y aventuras no suelen distinguirse por prudentes y veraces, sino pecar por descuidados y embusteros, pudiera ser que el Príncipe no muriese de lo que el holandés refiere.

En tantas y tan duras aflicciones, que les duraron desde 26 de Marzo hasta 6 de Abril era el P. Blende el consuelo y alivio de todos, y con su afabilidad y cortesía se ganó la voluntad del capitán holandés, con que pudo alcanzar algún alivio para sus hermanos, hasta que dieron fondo en Lisboa el domingo de Lázaro en la tarde.

A veces, el astro, oculto tras las cortinas de nubes, lanzaba por debajo de su orla una manga visible de luz, un chorro de linterna, un largo triángulo de blanquecino resplandor, como el de un paisaje holandés.

Confieso a usted, Ojeda, que nunca me he sentido mejor, y por mi voluntad podía prolongarse este viaje hasta el fin del mundo. ¡Ojalá fuese el Goethe vagando por el Océano, como el «Holandés errante», siempre que no se agotasen sus repuestos de víveres y bebida!... ¿Qué falta aquí?... Mujerío elegante y hermoso que puede verse de cerca y le dirige a uno la palabra como a un amigo antiguo; buena mesa, fiestas, bailes y ausencia total de moneda.

Si le envía a uno una carta, ya puede no leerla, porque se vuelve loco inmediatamente, tales absurdos y mentiras dice. Yurrumendi contaba que sólo una vez había visto, a lo lejos, al maldito holandés; pero, afortunadamente, no se le había acercado.

»Por mucha que sea mi indiferencia hacia el mundo exterior, querida Antonia, por honda que sea mi abstracción, por atraído que me sienta hacia el abismo en que se hundieran todas mis ilusiones, no puedo menos de admirar a este pueblo holandés tan activo y flemático, metódico y codicioso, sedentario y nómada al mismo tiempo, que tan fácilmente se traslada a las costas asiáticas, pero que antes va a Java, al Malabar o al Japón que a París.

Le encontró al fin, y le reconoció al momento, cuando llegó a sus oídos el eco profundo y melancólico de La Leva y de El fín de una raza, o cuando vió desplegarse a sus ojos, en minucioso lienzo holandés o flamenco, avivado por toques de vigor castellano, el panorama de La Robla o de La Romería del Carmen, el nocturno solaz de la Hila al amor de los tizones, o el viaje electoral de don Simón de los Peñascales por la tremenda hoz de Potes.

Ibamos cruzando el Pacífico, cuando se nos sublevaron los chinos, y no si ellos o alguno de la tripulación mataron a Zaldumbide y al médico holandés. Hubo luego una serie de luchas y de reyertas entre parte de la tripulación, que era enemiga de la otra; pero, al fin, se pudieron arreglar estas diferencias y yo me encargué del mando de El Dragón.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando