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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Un poco más lejos la suegra, venerable matrona vestida de negro, de aire aseñorado y resuelto, que cuidaba de las niñas más pequeñas. Luego los hijos varones, que eran muchos, y a Ojeda le producían el efecto visual de una tubería de órgano cuando por casualidad se colocaban en fila, de mayor a menor.
17 los hijos de Azgad, dos mil seiscientos veintidós; 18 los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y siete; 19 los hijos de Bigvai, dos mil sesenta y siete; 20 los hijos de Adín, seiscientos cincuenta y cinco; 21 los hijos de Ater, de Ezequías, noventa y ocho; 22 los hijos de Hasum, trescientos veintiocho; 23 los hijos de Bezai, trescientos veinticuatro; 24 los hijos de Harif, ciento doce;
Prodigáronse frases depresivas, injurias, improperios, todo género de insultos, con tal rabia, que San Pedro no pudo menos de decirles: ¡Pero hijos míos... ¿no habéis sabido despojaros de las miserias humanas y pretendéis entrar ahí? Para traspasar esa puerta es preciso estar limpio de odio y de rencor, de todo sentimiento perverso y torpe.
6 y vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén a los hijos de los griegos, por alejarlos de sus términos. 8 Y venderé vuestros hijos y vuestras hijas en la mano de los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, nación apartada; porque el SE
33 Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió sus pies en la cama, y expiró; y fue congregado con sus padres. 1 Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó. 2 Y mandó José a sus siervos médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel.
Hijos del anima mia, Con qué os podré sustentar, Si apenas tengo que os dar De la propia carne mia? O hambre terrible y fuerte, Cómo me acabas la vida! O guerra, solo venida Para causarme la muerte! Madre mia, que me fino, Aguijemos á do vamos, Que parece que alargamos La hambre con el camino. Hijo, cerca está la casa Adonde echarémos luego En mitad del vivo fuego El peso que te embaraza.
Hubiera prendido fuego á la casa y se hubiera quemado viva, si hubiera estado segura de que Roussel y la joven pareja ardían también. Ningún escrúpulo, ninguna debilidad, ninguna conmiseración debía detenerla en su plan. Y su plan era, sencillamente, destruir la felicidad de dos hijos. No pensó ni un solo momento en dirigirse al corazón de Herminia y á la razón de Mauricio.
Prosiguiose la guerra hasta la muerte de Alfonso, que por morir sin hijos fué Don Jaime llamado á la sucesion, y hubo de venir á estos Reinos, dejando en Sicilia á Don Fadrique su hermano, para que la gobernase y defendiese en su nombre.
¡Ah! por la misericordia de Dios, somos buenos hijos de Roma. Sin embargo, ¡si supiérais, doña Juana, de qué manera he sabido que se puede venir de mi cámara á la de la reina sin que nadie lo sepa! ¿Pues cómo? ¿no conoce vuestra majestad á quien se lo ha revelado? Cerrad las puertas, doña Juana, cerradlas, que no quiero que nadie nos vea, y venid á sentaros después conmigo junto al brasero.
¡Recuerda, Pepa, la buena vida que antes llevabas y que pudieras llevar de nuevo!... Compárala con tu vida actual, tan llena de peligros y privaciones... Además, cualquier día, en un momento de rabia, el Chucro te matará de una puñalada... ¡Ya que no por mí, por tí misma, Pepa, que siempre has sido una mujer buena, y por tu marido y tus hijos, escapémonos!... ¡Quizás no se te presente en mucho tiempo otra ocasión mejor que esta!...
Palabra del Dia
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