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Actualizado: 9 de junio de 2025
¡Dorotea! Sí por cierto. Como don Juan es joven y hermoso, con esa hermosura que deslumbra á las mujeres... No le conozco. ¡Oh! pues es un mancebo hermosísimo; ya ves: cuando en tres días ha llegado á ser marido de doña Clara Soldevilla, á quien todos, menos yo, creían de nieve, y ha enamorado á Dorotea, que no había amado nunca...
Sentía vivos deseos de volver a ver a Cecilia, y llegué al castillo. Era un edificio hermosísimo, admirablemente situado: el parque extendíase hasta las orillas del Gave; desde las ventanas del salón se descubrían los ribazos del Jurançon, y en el horizonte, a una distancia de quince leguas, las montañas azuladas y las cimas blancas de los Pirineos.
Ahora mismo lo verá usted dijo la mamá abriendo, no sin emoción, una cajita que había sido de dulces, y era ya depósito azul y rosa de fúnebres memorias . Vea usted qué trenza... es de un castaño hermosísimo. ¡Oh!, sí, ¡soberbio! profirió Bringas temblando de gozo . Pero nos hacía falta un poco de rubio. ¿Rubio?... Yo tengo de todos colores.
La posicion elevada de Berna, tan análoga á la de Friburgo, le ofrece al mismo tiempo los mas elegantes contornos en su estructura, y en derredor un panorama inmenso, variado y hermosísimo. Del lado N.-O. la planicie se extiende y ensancha indefinidamente en una vasta sucesion de campiñas alegres y esmeradamente cultivadas.
Toma, ¡pus si viene gedal; ¡y qué bello que trae más hermosísimo!...; ¡me valga el Señor; es la mesma estampa de su madre!... ¡Bien te han ordeñao, morena! ¡Permita Dios, condenaos de pastores, que se vos güelvan lobos en el cuerpo los zurrones de hacer manteca!
Sin embargo, aquella interminable planicie casi negra, cobijada por un cielo azul y limpio, é inundada de luz por un sol alegre y esplendoroso, no carecía de encanto y grandiosidad, á causa de su misma sencillez. Hacía un día hermosísimo, un verdadero día español, y esto lo embellece todo.
Le frotaban para secarle y sus brazos torneados, su fina tez y hermosísimo cuerpo producían a cada instante exclamaciones de admiración. «¡Es un niño Jesús... es una divinidad este muñeco!». Después empezaron a vestirle. Una le ponía las medias, otra le entraba una camisa finísima.
Aquellas provincias con su privilegiado suelo y su hermosísimo cielo, con su verano constante y sus escasas necesidades, dormían sin que el atronador ruido de cercanas civilizaciones las despertaran en los largos siglos en que han permanecido estacionadas.
La pobre mujer vio el cielo abierto, y por el hueco la docena de pesos, compendio hermosísimo de su felicidad en aquellos días. «Doce duros repitió D. Carlos pasando las monedas de una mano a otra ; pero no se los doy en junto, porque sería fomentar el despilfarro: se los asigno...». A Benina se le cayeron las alas del corazón. «Si se los diera, mañana a estas horas no tendría ya ni un céntimo.
Riofrío, que es la capital, está en el centro mismo. En cuanto salgamos de esta apretura y subamos un repechito corto, lo veremos. A usted no le gustarán estos peñascotes, ¿verdad? acostumbrado a vivir en las ciudades... Al contrario, me encantan: esto es hermosísimo.
Palabra del Dia
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