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Actualizado: 5 de mayo de 2025


La última mitad del segundo acto de la comedia de Calderón, El Alcaide de mismo, por ejemplo, se supone ocurrir en el parque de un castillo, y de repente, sin contar con la desaparición de los interlocutores del diálogo, se traslada la escena á lo interior del mismo. En Los Embustes de Fabia, de Lope, se halla otra prueba aún más decisiva.

Gener va más allá de Schopenhauer, que sólo ve en el universo representación y voluntad. El Sr. Gener halla que la voluntad está de sobra, que no es más que apariencia. Todo queda, pues, reducido a representación, al más completo nihilismo: a representación sin teatro, sin actores, sin espectadores y sin nada substancial y real que sea representado.

Pues que le diga el más guapo que le enseñe lo que ha pintado... ¡caray! primero le enseñará el hígado... Eso es. Que se arrime alguno a él cuando se halla en estas operaciones: se pondrá encarnado como la grana, y ya no sabrá lo que hace... ¡Conque también pinta? exclamó Nieves que escuchaba con suma atención al boticario.

Tampoco me detendré en patentizar lo justo y necesario que es el comercio privativo en estos pueblos; pues, además de ser una cosa forzosa para impedir los perjuicios de estos naturales, se halla autorizado con el ejemplo de muchas compañías establecidas en diferentes partes para precaver los perjuicios que pudiera originarse de un comercio libre, siendo así que aquellos perjuicios los sufrirían algunos particulares comerciantes, y en nuestro caso los sufriría toda la provincia, fuera de que esta exclusión podía durar el tiempo que fuese preciso, o el de la voluntad del Soberano.

Fichte, por cierto nada fácil de contentar, al tratarse del punto de apoyo de los conocimientos humanos, empieza no obstante por una afirmacion, y así lo confiesa con una ingenuidad que le honra. Hablando de la reflexion que sirve de base á su filosofía, dice: «Las reglas á que esta reflexion se halla sujeta, no están todavía demostradas; se las supone tácitamente admitidas.

Por este motivo es tan temible la venganza cuando obra en nombre del celo por la justicia. Cuando el corazon poseido del odio llega á engañarse a mismo, creyendo obrar á impulsos del buen deseo, quizas de la misma caridad, se halla como sujeto á la fascinacion de un reptil á quien no ve, y cuya existencia ni aun sospecha.

Nada recuerda del órden de las sensaciones en su infancia; se halla con el espíritu desarrollado, pero ignora las leyes de este desarrollo, de la propia suerte que nada conoce de las que han presidido á la generacion y crecimiento de su cuerpo.

»El Comendador mayor, que Antonio Pérez ha sido y es el que se sabe, y de ninguna prudencia y consejo, y que muchas veces se ha maravillado de que, tras tantos trabajos y en su edad, no se haya retirado á un rincón á hacer penitencia de sus pecados, y que agora que se halla desvalido y desfavorescido y desautorizado en Francia, mueve nuevas pláticas, y por ventura fingidas, para engañar y poder deservir mejor, como lo ha hecho siempre y se puede creer del acto que hizo de despedirse de aquel Rey, y en ese color quiso ir á Ingalaterra, donde no tenía que hacer; y pues no iba por cuenta y orden de V. M., se ha de creer que iba por la del Rey de Francia, como se verifica, pues cuando el de Ingalaterra no le dió entrada, se volvió á París y allí fué recibido; y habiéndole dejado de admitir en su reino el de Ingalaterra, por tener respecto á V. M., le podría dar mucho que pensar si agora le viese amparado de V. M., cuanto más que el quererle guardar para cosas de Francia para adelante, se dice como si Antonio Pérez no tuviese más años que el Rey de Francia, y por lo menos confiesan las cartas que de presente no es de ningún fruto, y en lo de adelante es muy dudoso todo lo que dél se puede esperar, aun cuando de su fidelidad se pudiera tener certeza, y lo que se debe tener está bien entendido; y entretenerle en çuiços de ninguna manera convendría, pues se ha negociado con ellos cuanto se ha deseado, y podría ser que allí hiciese, por lo menos, oficios por todos, y revolviese lo que está bien asentado.

En el puerto del mismo nombre; el cuartel, que se halla situado dentro de un reducto con parapeto de piedra defendido por foso y tambores en los ángulos de la cara anterior y un rediente en la posterior, es de tabique pampango con cubierta de zinc.

Mientras una filosofía se halla en los primeros rudimentos de su formacion, y aun en los primeros pasos de su marcha, nadie se ocupa de ella, sino los mismos filósofos: los demás hombres aguardan á la filosofía en su última palabra; pues no adquiere importancia para el público en general, sino por sus resultados.

Palabra del Dia

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