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Actualizado: 17 de junio de 2025
He deplorado amargamente mi imprudencia, pero, una vez cometida la falta, ¿podía yo hacer traición a la que se había entregado a mí con toda confianza? Se había entregado... por interés; por hacerte sacar las castañas del fuego, tontilla. No pensé en eso al verla tan desolada, tan infeliz. Y después no he creído que debía cometer un perjurio.
Si sospechan, déjame contestar a mí; confirma en todo caso mis respuestas. ¡Piensa en el deber! ¡Piensa en la causa! ¡Piensa en mí, que te amo, que te quiero para mí, que sabré hacerte feliz!... Yo no comprendía. Corrí a pedir socorro, con la esperanza que todavía estuviera viva. ¿Por qué ocultar la verdad? Decirla fue mi primer impulso.
Me las hube con los súbditos del rey de Castilla en el mar, cuando su flota vino á retarnos en Chelsea, y allí tuvimos con ellos un zafarrancho de mil demonios, en el que participaron ochenta naves inglesas y españolas. Y ahora que he contestado á tus preguntas, mocito, voy á hacerte una proposición.
En la oscuridad de la sala vi blanquear la faz pálida de doña Tula y su pañolito amarillo y escuché su voz, de timbre agudo y delicado, exclamar: No te asustes, hija mía. No vengo a hacerte ningún daño. Luego se inclinó hacia la reja y me dijo en tono irónico y alegre: Buenas noches, señor capitán.
Puedo hacerte que llores de alegría, y que me abraces como una loca, Margarita dijo el rey. ¿De veras? preguntó disimulando mal su ansiedad la reina, porque en las palabras y el aspecto del rey conoció que podía prometerse algo satisfactorio. Tan de veras, como que te traigo una medicina que pondrá buena de repente á tu amiga doña Clara, que creo que anda enferma.
Mientras tú no te vayas, siempre tendrá esa necesidad de emociones fuertes que me da tanto cuidado. No tomes a mal lo que te digo, Amaury; pero, he de confesarte con noble sinceridad que daría yo algo bueno por verte ya lejos de ella. » Pero, ¿qué hago? ¿Toco o no toco el vals? » Tócalo. Yo estaré a tu lado. Haz caso de lo que yo te recomiende y no accedas a los ruegos que ella pueda hacerte.
Se entretiene en poner todos los gastos en un libro grande, ¿sabes?... Es preciso que le conozcas. ¿Hace falta médico en la casa? Hombre, sí. Doña Laura se queja de un dolor..., no sé dónde. Pues entraré contigo. Iré a hacerte una visita de ceremonia, diciendo que me manda tu tío el de Tomelloso. Ya veremos el modo de que entres».
¡Quita, quita! dijo rechazándole. Tengo que hacerte una pregunta. ¿Dónde has estado esta mañana? ¿Esta mañana?... En muchas partes. En casa, en el Saloncillo, en la cochera... en la punta del Peón... ¿No has estado en la calle de San Florencio? Sí; he pasado por allí dos o tres veces. ¿Y a quién has encontrado? ¡Chica, qué sé yo!... A mucha gente.
Durante la comida, la duquesa le soltó varias frescas y uno que otro sabroso ajo. Después de la comida, Su Ilustrísima se fué, en apariencia emberrenchinado, y quedé cara a cara con la duquesa, la cual, muy seria, me dijo: «Mi hermano, en su testamento, ha dejado unos cuartejos, poca cosa, para que con ellos, según mi arbitrio, vea yo de hacerte hombre.
Me conoces bastante para saber que no dudaré en hacerte pedazos, si es preciso para mi seguridad. Puede usted buscar. No encontrará nada. ¿Le has enviado ya? Esta mañana. ¡Mientes! Acabas de decirme que hasta mi llegada habías vacilado... Lea hizo un movimiento al verse adivinada é instintivamente volvió los ojos hacia un escritorio, cerca de la ventana.
Palabra del Dia
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