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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Esta hora no trastornaba sus planes. Aparecieron don Carmelo y el primer oficial con cierto apresuramiento, como si deseasen finalizar cuanto antes el lúgubre deber para irse a dormir. Cuando ustés gusten, cabayeros dijo el de la comisaría. Despertó don José con nervioso sobresalto, y bajaron todos a la explanada de proa.
Pero hay cosas muy delicadas y tiernas que las niñas entienden mejor, y para ellas las escribiremos de modo que les gusten; porque La Edad de Oro tiene su mago en la casa, que le cuenta que en las almas de las niñas sucede algo parecido a lo que ven los colibríes cuando andan curioseando por entre las flores. Les diremos cosas así, como para que las leyesen los colibríes, si supiesen leer.
Viven muy contentos y muy sanos. Yo creo que me moriría aquí antes de una semana. En ti me lo explico perfectamente. ¿Por qué te lo explicas? Porque aquí no vienen diarios todos los días... No seas pavo repuso cariñosamente Lorenzo; y la jira continuó sin alejarse mucho de las casas, hasta que Baldomero les gritó: ¡Cuando gusten!
Cuando gusten, señores, ya están ensillados los caballos exclamó Baldomero aproximándose a la ventana del comedor, donde se encontraban tomando te Lorenzo y Melchor, quien al oírle se volvió hacia la ventana diciendo: Vamos en seguida, esperamos a Ricardo que todavía está en el baño. ¡Y está linda la tarde!... fresquita. ¿Realmente, Baldomero, y usted nos acompañará? le preguntó Lorenzo.
Pues entonces, prorrumpió Luisa, deje la pluma y charlemos un rato. Como ustedes gusten. ¿A qué no sabe usted de dónde venimos? De la iglesia; de las tiendas; vendrán de comprar perendengues y moños. ¡No! exclamaron a una. No acierto.... ¡Adivine usted!... dijo la morena. ¡Adivine usted!... repitió la rubia. No acierto, señoritas.... ¿Oyes, Luisa? ¡No acierta!
En la primera escala enviaremos un telegrama á mi criado para que lo transmita á la señora de Freneuse. Una vez que esa señora esté tranquila sobre la suerte de su hijo, todo irá bien. Los señores pueden bajar á comer cuando gusten, dijo el camarero apareciendo en la puerta de la cámara. ¡Á la mesa! Cada uno de ellos cogió á Jacobo por un brazo y los tres se dirigieron al comedor.
Las medidas tomadas, y cuantas se pueden tomar, son insuficientes para impedir que los fronterizos no se establezcan cuando gusten al sud del rio Corrientes.
Hay que perdonarme que me gusten los elogios y que sea sensible a las dulces palabras. Es un defecto común a todas las mujeres. Habíamos llegado al sitio habitual de separarnos y me fui con Lacante y con su hija. A pesar de haber hecho las paces con Luciana, no estaba contento. La había encontrado dura en su defensa y fría en sus promesas. Ella, por su parte, conservaba un secreto descontento.
D. Félix, que había entrado en su casa y había salido rápidamente con dos envoltorios de papel en las manos, se acercó á las jóvenes en aquel momento. Vengo á ofreceros estos cartuchitos de caramelos y lo hago con cierto temor, porque no estoy seguro de que os gusten. ¡Es tan raro que á las niñas les agraden los dulces!
Lo que yo pido para mi hijo exclamaba es que le gusten las artes y encuentre una mujer como tú. ¡Entonces vale la pena el haber nacido! El pequeño Mario tenía ya cerca de cuatro años. Era un niño fresco, sonrosado, con grandes ojos suaves y límpidos y una boca de cereza plegada siempre por sonrisa angelical.
Palabra del Dia
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