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Actualizado: 5 de mayo de 2025


La primera intención que me dio fue debolvértelo, porque yo no lo he echo por el interés; pero me lo guardo por si algún día lo necesito, que lo sacaré pensando que me lo a dado el único hombre de quien yo puedo tomarlo sin que me vergüenza, porque siempre te he mirado como si fueras mío de beras, aunque ya sabía yo que todo esto era por pasar el tiempo.

Presentación guardó silencio. Al cabo de un rato aquél volvió a zumbar, incurriendo en flagrante contradicción. ¡Presentacioncita, por Dios, no me deje usted morir así! Después de una larga pausa se oyó la voz de la niña que profería estas notabilísimas palabras: Mamá, haz lo que quieras. Inmediatamente Timoteo se sintió en los brazos de su futura suegra.

A fe de hidalgo y cristiano; Por la vida, que Dios logre, Del rey, mi señor, Fernando, Por quien guardo aquellas torres; So pena de que en castigo Vuelva sin honra a su corte, Que no he tomado su mano Ni en presencia dicho amores.

Sentí otra vez un dolor en el corazón, como si mi conducta hacia mi hermana fuera falsa y cruel. Y continué devanándome los sesos hasta que vi claramente que sólo las cartas eran culpables. «¿No es por su bien por lo que escribo y por lo que guardo silenciome pregunté. Pero mi conciencia no se dejó seducir. No.

Alberto tenía en el mundo de los vivos alguien más que su abuela. A la mañana siguiente vendió apresuradamente las verduras, sin cuidarse de la ganancia, y guardó su carretoncillo mucho antes que los compañeros. El Metro la puso en las afueras de París. Se vió en un paisaje grisáceo, yermo, con fábricas humeantes y casas de ladrillo, tristes como prisiones, en las que vivían los obreros.

Te asombrarías de lo candoroso y noblote que es, si te contara el caso de cierto clavel que a se me cayó de la boca y recogió él del suelo; cómo le volvió a tirar porque ya no me servía; cómo y cuándo y de qué manera tan original volvió a buscarle y le guardó como oro en paño, y cómo llegué yo a descubrirlo todo.

Inmediatamente Elena, que había pasado los primeros años de su vida en aquella farmacia y la conocía tan bien como su primo, se dirigió con presteza a la trastienda, abrió la cordialera, buscó el tarro del curare y sacando del pecho un frasquito que llevaba echó en él unos pedazos de este veneno. Después lo guardó de nuevo y se sentó a esperar tranquilamente a su primo. No tardó en llegar.

El cambio que la desgracia ocasionó en la vida material de Pepe, fue en un principio apenas sensible: al pronto, todo se redujo a que los pocos libros de texto que había comprado anduviesen rodando de la mesa del comedor a la de su cuarto, hasta que él los guardó por no verlos.

Nolo guardó silencio unos momentos; luego dijo: ¿Y por qué no has hablado así cuando saliste de la mina? Te he dicho que pensé haberlo muerto. Temía que me llevasen presa... Nolo, cejijunto, sombrío, se obstinó en callar. Demetria le miró largamente. ¿De modo que no me crees? ¡No! ¡No te creo, Demetria! manifestó impetuosamente el joven. El rostro de la doncella se cubrió de intensa palidez.

La niña guardó silencio. Y que V. también me va queriendo a un poco, ¿no es verdad? Tampoco contestó. Vamos, dígame V. que ... aunque sea mentira. Yo no digo mentiras manifestó la niña con voz dulce. ¿Entonces, no me quiere V.?... Tampoco digo eso. Miguel entusiasmado la abrazó. Pues yo te quiero, te quiero por lo hermosa y lo buena que eres...

Palabra del Dia

bagani

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