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Actualizado: 5 de junio de 2025


La continencia le fue fácil, casi insensible, por lo mismo que la guardó incólume, pues sienten los moralistas que es más hacedero no pecar una vez que pecar una sola.

Guardó silencio, como si se gozase en la estupefacción de Maltrana, y luego continuó, con una sonrisa doctoral: En los tiempos coloniales, cuando la vieja España nos tenía como niños en la escuela, y aun mucho después, en la época de nuestras revueltas, dos y dos jamás fueron cuatro. No había quien sumase, quien pusiese los dos números uno sobre el otro.

Ya que hubimos concluido guardó aun algunos momentos de silencio: parecia que mil ideas contrapuestas luchaban en su frente y que no sabia por dónde empezar á desarrollarlas. «He visto tambien, dijo al fin, bajar el metal fundido en torrentes de viva lumbre; he visto inmensas máquinas de hierro moviéndose á la accion del vapor como á impulsos de una voluntad secreta y misteriosa; he contemplado de noche esas fantásticas locomotoras que atraviesan el espacio con la rapidez del rayo; he visto con asombro la electricidad disipando las tinieblas y trasmitiendo á largas distancias nuestros pensamientos; he visto la naturaleza reproduciéndose á misma en el oscuro fondo de una cámara; he seguido con los ojos al audaz viajero que se atreve á rasgar en un fragil globo el seno de las nubes; he sido espectador de todas las maravillas del siglo.

Después de un largo rato así invertido, alzóse de su asiento, corrió la tapadera del mismo y sacó media basallona y un arenque, provisiones hechas por su madre para toda la semana y que él dividió en dos partes iguales. Comióse la primera, y guardó la segunda en el pecho de su camisa de bayeta verde.

Tornó á subir y acercándose á ella con semblante airado le preguntó: ¿Quieres hablar? La Pura guardó silencio unos instantes; luego dijo: Si te doy alguna noticia, ¿me juras que no dirás de quién la has sabido, que nunca saldrá de tu boca mi nombre? Lo juro. ¿Por qué lo juras? Por lo que quieras. Júralo por la salud de tus padres. Lo juro por la salud de mis padres.

Pague el traidor con la vida lo que intentó con tan lascivo deseo: sepa el mundo, si acaso llegare a saberlo, de que Camila no sólo guardó la lealtad a su esposo, sino que le dio venganza del que se atrevió a ofendelle.

Han sido cuentas mías. Algo más que asuntos vuestros han sido. Os pregunto á nombre de su majestad la reina. ¿Conoce vuestro tío el secreto? ¿Qué secreto? El de vuestras estocadas con don Rodrigo. Mi tío está fuera de Madrid. Guardó otra vez silencio el padre Aliaga. ¿Cuándo habéis llegado á Madrid? He venido á asuntos propios. ¿Guardaréis con todos la misma reserva que conmigo? ¡Padre!

Hay marcadas sospechas contesté, aun cuando, según los médicos, ha muerto debido a causas puramente naturales. ¡Ah! ¡no creo! exclamó el monje, cerrando los puños fieramente. Uno de ellos ha conseguido al fin robar esa bolsita que él guardó siempre con tanto cuidado, y estoy convencido de que se ha cometido el asesinato para ocultar el robo. ¿Uno de cuáles? pregunté ansiosamente.

Diciendo estas palabras, Rafael se levantó, se acercó al barón, a quien el oidor ofrecía a la sazón un polvo de rapé, le dio el brazo y en su compañía se acercó a la mesa del juego. La marquesa se guardó la regañadura para mejor ocasión. Rita se tapaba la cara con el pañuelo para comprimir la risa.

De no estar solo me dijo con singular emoción, con objeto de que si algún día alcanzo un nombre no me vea reducido al triste resultado de coronar mi egoísmo. Después añadió: No hablemos de estas cosas demasiado pronto. Usted será el primero a quien daré cuenta de ellas cuando llegue el momento. Guardó silencio un instante y poniéndose de pie me dijo: No estemos aquí: esto huele a derrota.

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