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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Azorín dice respirando holgadamente , ¡qué gratos recuerdos guardo yo del teatro! ¡Qué cosas podría yo contarle a usted! ¿Usted no ha conocido a Pepe Ortiz? No; usted no ha conocido a Pepe Ortiz. Era un actor excelente. Esta cadena la llevó él una semana. Mírela usted; tóquela usted. El viejo, con un gesto rápido, se quita la cadena.

La verdadera ley es la de la sangre, o como dice Juan Pablo, la Naturaleza, y yo por la Naturaleza le he quitado a la mona del Cielo el puesto que ella me había quitado a ... Ahora la quisiera yo ver delante para decirle cuatro cosas y enseñarle este hijo... ¡Ah!, ¡qué envidia me va a tener cuando lo sepa!... ¡Qué rabiosilla se va a poner!... Que se me venga ahora con leyes, y verá lo que le contesto... Pero no, no le guardo rencor; ahora que he ganado el pleito y está ella debajo, la perdono; yo soy así».

Esta obra lozanísima, verdadera joya de la novela dialogada española, habrá sido escrita en parte en la juventud del autor, pero muy añadida y retocada en su vejez. En diciembre de 1633 casóse Feliciana, la hija de Lope y de su esposa doña Juana Guardo, con Luis de Usategui, empleado público, probablemente pagado con no muy brillantes haberes.

¡Ah! ¡ah! dijo el padre Aliaga para ; ¿conque la de Lemos y Quevedo mancillan los nombres de dos familias ilustres? ¡se aman! ¡Quevedo es amigo de ese don Juan, y la condesa de Lemos es camarera de la reina! El padre Aliaga se quedó profundamente pensativo y guardó la carta de la abadesa.

Durante tu ausencia he visto lo limpia, dulce y trabajadora que es. Estoy seguro de que le cuidaría bien. Por de pronto, ya digo, de esa cantidad te daría todo lo que pudiera, y en adelante, lo que conviniéramos con arreglo a lo que yo tuviese. Millán guardó silencio.

Con pañuelos, con mantos, con cuanto hallaron á mano, le persiguieron hasta cogerle; atáronle un hilo en una de las patas, y Clara le guardó muy bien en un cajoncillo donde tenía la costura. A escondidas le echaban de comer por las noches; pero el animalito enflaquecía y se ponía más triste cada vez.

Buscad un veneno; cuando habéis venido aquí, ¿no habéis venido resuelto á obedecerme? . Pues bien, tomad todo ese dinero, tomad más si es necesario. Ahí deben quedar sesenta doblones. ¿Habrá bastante? ; , señora. Pues tomadlos. El cocinero tomo maquinalmente el dinero y le guardó.

De las burradas que hice, de las atrocidades que dije aquella mañana en su casa de usted. También a ella le pediría perdón si la viera... Me porté mal, lo conozco. Yo no guardo rencor a nadie... digo, no se lo guardo a ella, porque...

Su fama y buen nombre, su posición, su vida, estarán en mis manos! ¡Guárdate de ello! Guardaré tu secreto, como guardo el suyo, dijo Ester. Júralo, replicó el otro. Y ella prestó el juramento.

Que esta reliquia guardo para el duro trance que me amenaza mi porfía, que en tu mismo rigor se fortalece. ¡Ay de aquel que navega, el cielo escuro, por mar no usado y peligrosa vía, adonde norte o puerto no se ofrece!

Palabra del Dia

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