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Actualizado: 16 de julio de 2025


Mata al toro por , amor mío le grita una andaluza de tez morena y de dientes de esmalte . ¡Por Cristo! ¡no sonrías así a tu amante!... ¡Huye, José, huye, que el toro se te echa encima!...

Apoya pensativa su rostro en las dos manos, mientras que con un movimiento de vaivén balancea sus codos sobre las rodillas. ¿Y qué te pasa por la cabeza en este momento? pregunta Juan. Ella se pone colorada y se levanta vivamente. ¿A que no me pillas? grita parapetándose detrás de la mesa. Pero, cuando él va a perseguirla, ella se adelanta tranquilamente. ¡Deja!... vamos a hacer algo.

Pero he aquí que cuando ya la habían convencido y se disponían á alejarse de aquellos sitios llega un chico jadeante y le grita: ¡Demetria vive! ¡Acaban de sacarla de la mina! En efecto, Demetria, que sólo estaba desmayada, en cuanto la sacaron al aire y le rociaron las sienes con agua volvió á la vida. Se observó con estupor que no estaba magullada siquiera.

Ensueño de mi vida, mi ardiente vivo anhelo, ¡salud! te grita el alma que pronto va a partir. ¡Salud...! ¡Oh, que es hermoso caer por darte vuelo, morir por darte vida, morir bajo tu cielo, y en tu encantada tierra la eternidad dormir.

"Yo siento, yo percibo, grita de lo alto, el olor de un cadáver: ¡oh, caballero insensato, oh, desgraciado bridón! ¿El jinete inquiere aquí la senda? ¿El caballo busca aquí la hierba? ¡Insensatos! El viento sólo halla aquí el camino; las sierpes solas encuentran aquí su pasto; los cadáveres solos descansan en el desierto, y los buitres tan sólo viajan por él."

Estaba muy suspenso qué haria, Y cien veces matarse allí ha querido. En esto oyó sonar gran gritería: Dejando al uno y otro allí tendido, A la grita acudió con grande priesa, Y sale de la selva verde espesa.

Para ello acude a Serafina, que está muy frescachona y floreciente y que sigue tan regocijada como en su primera juventud. En las barbas de don Alvaro se pone el bellaco de Calvete a retozar amorosamente con Serafina; y don Alvaro, fuera de , con espumarajos en la boca, grita como un energúmeno: ¡Ta, ta, ta, ta, ta!

Ese camino baja hacia el río... Y allá, en el fondo, aparece el molino, el objeto de sus sueños. ¡Cómo brilla el viejo techo de paja por arriba de los grupos de árboles! ¡cómo hacen resaltar los cerezos en flor su blancura de nieve en el jardín! ¡Cuán alegremente le grita el tictac de las ruedas! «¡Bien venido seas, bien venido seas!» ¡Qué dulce canción murmura la vieja y querida presa, cubierta de musgos verdes!

Al punto que los indios grita dieron, Soltaron mucha fuerza de flechazos Con fuego, y las flechas encendieron Las tiendas de algodon y cañamazo. Con presteza los mozos acudieron, Tirando tan terribles cañonazos, Que cierto figuraba por el llano Andar furioso y listo el dios Vulcano.

Pero una nube se eleva en los 30 aires y tapa su luz. El Sol se irrita al ver su poder menospreciado y grita que se cambiaría por la nube. Y el ángel desciende del Cielo y le dice: ¡Que tu deseo sea satisfecho! Y el Sol se convierte en nube que sombra a la tierra, y las 35 hierbecillas reverdecen.

Palabra del Dia

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