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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Pues soy el padre de Conchita, de esa que se llama en el cartel la Franchetti, de la que aplauden con tanto entusiasmo los imbéciles. ¡Qué tal!... ¿Les parece raro que silbe?... También yo he leído los periódicos; ¡qué modo de mentir! «La hija amantísima...» «El padre querido y feliz...» ¡Mentira, todo mentira! Mi hija ya no es mi hija, es un culebrón, y ese italiano un granuja.

El granuja del mercadal de Valencia y la bella inglesa se entendieron a espaldas del tonelero, dueño temporal de las gracias de ésta. Salabert era más joven, más gallardo: el vicio de la borrachera no le tenía dominado como a aquél. Rosa le siguió a su zaquizamí abandonando al primer amante.

«Más cuenta le tiene afirmó Juliana mandarle para su tierra. Luejos, luejos dijo Almudena . Dir nos Hierusalaim. No está mal. 'De Madrid a Jerusalén, o la familia del tío Maroma.... Bueno, bueno. A otra cosa, mujercita mía, no pegues y escucha. No he podido hacer tus encargos, porque... te digo que no pegues. Porque te has ido al billar, granuja... Sube, sube, y ajustaremos cuentas.

¿No es verdad que con esta mantillita blanca y estos rizos por la frente y estos ojillos entornados, soy capaz de dar el opio a cualquiera? , a cualquier cadete repuso su hermano por lo bajo. Julita quedó un segundo suspensa, y se puso otra vez encarnada; pero reponiéndose en seguida, le dio un pellizco, diciendo: ¡Ah granuja! ¿Qué correo de gabinete te ha venido a dar la noticia?

El gentío trepó a las escaleras, cabalgó en el caballete de los bastiones, invadió los palcos de los comisionados, y se extendió coronando las alturas vecinas; por los troncos de los mástiles se encaramó más de un granuja, resuelto a dominar la situación.

Mostraba al hablar una inocencia falsa y socarrona que no le hacía antipático. Detrás se veía siempre al antiguo granuja del mercadal de Valencia, diestro, burlón, receloso y marrullero. Pepa Frías le habló de negocios. La viuda era incansable en esta conversación.

Un momento después, nadie se burlaba del bravo Migajas. Poco á poco, con saliva y cierta destreza ingénita, se iban curando todos los desperfectos; que esta ventaja tiene la cirugía muñequil. La Princesa, repuesta de su desmayo con las esencias que en un casco de avellana le trajeron sus pajes, llamó aparte al granuja, y llevándole á su camarín reservado, le habló á solas de esta manera: XII

¡Ay! Migajas se quedó deslumhrado, atónito, suspenso, sin habla. Púsose de rodillas y adoró á la señora como á una divinidad. Entonces ella tomó la mano al granuja, y con voz entera, más dulce que el canto de los ruiseñores, le dijo: Pacorrito, sígueme, ven conmigo. Quiero demostrarte mi agradecimiento y el sublime amor que has sabido inspirarme.

¡Granuja! ¡Grandísimo perro! ¿Conque eres el que me quitas el agua del molino? ¡Te voy a desollar vivo! ¿Es tu padre quien te enseña esas picardías? ¿Es el maestro quien te las enseña? ¡Desvergonzado, cínico! Le tenía asido fuertemente por entrambas orejas, y a cada interrogación le daba una fuerte sacudida.

Largo, granuja; esos señores no quieren con los gitanos. Alcaparrón se alejó con aire humilde, pero dispuesto a volver apenas desapareciese el señor Rafael, el cual entrose en la cuadra para ver si los caballos del amo estaban bien cuidados. Cuando pasada una hora volvió el aperador al lugar de la fiesta, vio sobre la mesa muchas botellas vacías.

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