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A los ejemplos que transcribe el señor Bonilla podrían añadirse otros, éste, verbigracia del Entremés de los invencibles hechos de Don Quijote de la Mancha, compuesta por Francisco de Ávila, publicado en 1617, y reimpreso en 1905 con prólogo y notas de don Felipe Pérez y González: «MUJER. Estánme echando todos bernardinas, pidiéndome imposibles por momentos. VENTERO. ¿Qué os piden, por mi vida?

Según parece, el idioma portugués quedó reservado para los autos. Págs. Al Sr. D. Felipe González Vallarino. 7 Adolfo Federico, conde de Schack. 9 PRIMER PERIODO. ORIGEN DEL DRAMA DE LA EUROPA MODERNA Y ORIGEN Y VICISITUDES DEL DRAMA ESPA

Hiciéronse en esta ciudad las exequias por el rey D. Juan II y mandó el Concejo que se diesen al Bachiller Anton González, procurador de los Sres. Dean y Cabildo de esta Sta. Iglesia 2000 maravedises, en enmienda del afán y trabajo que tomó. Entró en Sevilla Enrique IV con la reyna Juana.

También celebró justas esta ciudad para solemnizar el nacimiento del infante Don Alonso, expidiéndose libramiento al mayordomo del Cabildo, en 24 de Febrero de 1454 en que se mandó á Pedro Fernández Marmolejo Veinticuatro y Procurador mayor de la Ciudad y al Jurado Antón González de Almonte fiel ejecutor, «que fiziese tomar e tomase el paño que entendiesen que fuese menester para la tela en que se auían de faser las dhas. justas las quales tomaron de pero de xerez trapero e de ferrando martinez tondidor dos pieças e media de paño azul e pardillo de que se puso la dha. tela el qual dho. paño monto segund lo ellos igualaron 4250 mrs. a raçón de 1700 mrs. cada pieça

Bien advirtió Paco que la palabra mágica que le abría la puerta de aquel encantado recinto era el nombre de la señora de don Braulio González, por quien dijo que venía enviado. Fuese como fuese, le hicieron entrar en el despacho, donde aguardó más de media hora bramando de cólera y de impaciencia. El Conde, no obstante, había hecho prodigios inusitados de prontitud para vestirse.

Poco después llegó D. Francisco, y ambos señores hablaron un poco de política, de aquella obcecada política de González Bravo, que en boca de Pez, por especial disposición de su ánimo, tomaba un tinte muy pesimista. D. Francisco se espeluznaba oyéndole. La prisión de los generales y del duque de Montpensier era una torpeza.

11 La gran comedia de Ícaro y Dédalo, de D. Melchor Fernández de León. Págs. CAPÍTULO XII. Clasificación de las comedias de Lope, y crítica particular de algunas. El conde Fernán González. El casamiento en la muerte. Las doncellas de Simancas. Los Benavides. El Príncipe despeñado. 7 CAPÍTULO XIII. La inocente sangre. La judía de Toledo. Los novios de Hornachuelos.

¿No conoces en León a la persona aquí apuntada? siguió Colmenar señalando con la uña el renglón de la lista . ¿Un viejo muy guapo y fornido, muy tieso aún, Joaquín González, el Leonés? ¡El Leonés! Si no hay cosa que más conozca. Varias veces vino a asuntos al Gobierno civil de León. Claro que le conozco. Y ahora recuerdo; es verdad que tiene una chica, pero en esa que no me fijé jamás.

En vano iba de un lado a otro la marquesa de Butrón, intentando, con su fino tacto y sus delicadas maneras, ahogar en germen aquellos puntillos mujeriles, aquellas vanidades alborotadas que amenazaban dar al traste con la suspirada fusión a duras penas obtenida en el baile de Currita; tan sólo pudo conseguir su ímprobo trabajo colocar a la duquesa de Astorga, mujer bondadosísima, al lado de la excelentísima señora doña Paulina Gómez de Rebollar de González de Hermosilla, cuya colosal figura se destacaba sobre un asiento muy alto, aislada entre tirios y troyanos, silenciosa y pensativa, cual Safo meditando su suicidio en lo alto de la peña de Léucades.

En medio de esta vida, que interiormente le avergonzaba, se conoció con Adriana en la casa de Charito González, antigua y leal amiga suya. Al principio no fue sino un sentimiento ligero, un suave placer de galantería y el encanto de oír las alusiones de las personas que frecuentaban la casa.