United States or Jordan ? Vote for the TOP Country of the Week !


La Nueva Revista había publicado ya un interesante artículo de D. José Caicedo Rojas, sobre la poesía épica americana y sobre todo colombiana ; un importante y cruditísimo estudio de D. Salvador Camacho Roldán, sobre la poesía colombiana, a propósito de Gregorio Gutiérrez González ; y finalmente un notable juicio de D. Adriano Páez, sobre José David Guarin . En esos artículos se entrevé la riquísima y fecunda vida intelectual de aquel pueblo; pasan ante los ojos atónitos del lector centenares de poetas, literatos, historiadores, críticos, etc.; se descubre una producción asombrosa, una plétora verdadera de diarios, periódicos, folletos y libros.

D. Miguel Bermudez, racionero de la santa iglesia, por donacion del cabildo, arrimada al muro del norte, en el tramo primero de la décimosexta nave principal, pagando la fiesta á las Once mil Vírgenes el obispo Gonzalez Deza. Capilla de S. Acacio.

Después dijo que el decreto abriendo las universidades era un golpe maestro; la amnistía, aunque muy restringida, un levantado pensamiento digno de los más grandes políticos, y la destitución de Eguía y González Moreno una obra maestra de previsión; pero añadió que muchas y muy peregrinas dotes de ingenio y energía había de desplegar la Reina para someter a la plaga de humanos monstruos que con el nombre de voluntarios realistas asolaba el Reino.

La escaramuza se prolongó luego hasta el anochecer, sin que hubiera de nuestra parte más de 30 muertos y 50 heridos, muy graves los Capitanes Gregorio Ruiz, Bartolomé González y Frías, mientras los enemigos tuvieron 300 muertos y 500 heridos, sin contar el desengaño.

Pero la llamaron. Entró temblando al salón. Aquí la tiene usted, dijo con su habitual tono distinguido y amable la señora González, dirigiéndose a Muñoz. Adriana, lentamente, fue a tenderle la mano, pero en seguida murmuró, ajustándose el sombrero con nervioso apuro: ¡Qué tarde es! Ya no podría quedarme un rato más.

Rufita González supo más que esto a la una en punto. Supo que, habiendo salido Nieves de la mar sin conocimiento, hubo necesidad de desnudarla y darla friegas en todo el cuerpo, para que volviera en , y dárselas con un esparto sucio, por no haber allí otro recurso de que echar mano.

Inventáronse mentiras como castillos para explicar el misterio de su vuelta, el retiro en que se dio a vivir, la tremenda pesadumbre que nublaba el rostro del tío Joaquín González, la desaparición del marido, y tantas y tantas cosas que a escándalo y drama conyugal transcendían.

La señora González celebró que ambos jóvenes fueran amigos y luego deploró que Adriana, por la hora, hubiese tenido que marcharse. Lo malo ha sido que a usted se le ocurriese venir tan tarde, añadió dirigiéndose a Muñoz y esto le sucede por andar tan perdido de aquí, donde se le aprecia y se le quiere tanto.

Yo soy el capitán D. Pedro González de la Rivera, de cuya renta y condiciones ha escrito a su señoría mi amigo el banquero genovés Jusepe Salvago, y de cuyos altos hechos de armas en Portugal, en Flandes, en Italia y en el remoto Oriente le han dado noticias otras varias personas muy respetables.

Era viernes, día de recibo en casa de Charito González, su amiga más adicta, quien le había escrito pidiéndole con el mayor ahínco que no faltara a la reunión. Mamá, dijo con brusquedad, yo quiero irme hoy. Ya te dije que no. "Ah, le gusta verme morir aquí de tristeza", pensó. "Ojalá nos ocurra una desgracia".