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Actualizado: 21 de junio de 2025
Contaba con que su madre había de poner tachas a Luz tan pronto como conociera de qué tronco procedía, porque las tachas de este linaje eran la manía de la obcecada señora; pero en aquellas palabras, en aquella actitud, en la angustia bien visible de su padre, había mucho más que un resabio que se vence con la reflexión y la fuerza del cariño: había escollos infranqueables, simas negras en que ya se vela precipitado el pobre chico con la carga dulcísima de sus primaverales ilusiones.
Pero, ¿y si Elena no quiere seguir en el convento y vuelve aquí?... Es obcecada y no es posible tenerla siempre encerrada. No, no volverá exclamó alegremente la condesa . Va a entrar a un lugar del que no se sale nunca. Yo no me fiaría dijo malignamente la viuda . El señor de Bergams sabrá adónde está y le proporcionará los medios de salir del convento. ¡Bah!
Inútil es decir que la pretensión de Benina cayó en aquella obcecada familia como una bomba, y que el primer impulso de todos fue negarle en absoluto la participación que solicitaba, pues ello equivalía a regalarle montones de dinero. Picose la mendiga, diciéndoles que no le faltaban tres pesetas para tirarlas en un decimito, todo para ella, y este golpe de audacia produjo su efecto.
Aunque obcecada con dificultades y dudas, a fuerza de pensar en su situación respecto de aquel hombre, creyó ver determinado y fijo el rasgo que caracterizaba su extraña situación.
Poco después llegó D. Francisco, y ambos señores hablaron un poco de política, de aquella obcecada política de González Bravo, que en boca de Pez, por especial disposición de su ánimo, tomaba un tinte muy pesimista. D. Francisco se espeluznaba oyéndole. La prisión de los generales y del duque de Montpensier era una torpeza.
Palabra del Dia
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