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Entonces habló de mi hijo, haciendo presente al Rey que había a la sazón dos regimientos vacantes: el de la Reina y el de Astorga. Sea dijo el Rey; concedo el mando del último a Rafael Moncénigo. Anteayer prosiguió el barbero con orgullo y satisfacción paternales, mi hijo recibió su despacho; ¡mi hijo es coronel!...

Las del de Salamanca i Ciudad Rodrigo 12.700. Las del de Zamora 9.600. Las del de León i Astorga 31.700. Las del arzobispado de Toledo 64.400. Las del obispado de Plasencia 56.900. Las del de Andalucía 59.800. En junto 451.000.

Butrón bailó con Currita, la marquesa con Fernandito, Juanito Velarde, como presentado de la heroína, con la duquesa de Astorga, una de las mujeres más sensatas y honradas que figuraban en la corte. Creció la marejada al compás de aquel rigodón, comenzando a sublevarse los pudores de todas las que se creían con derecho a tomar parte en aquella honorífica cuadrilla.

MANTECADAS DE ASTORGA. Se baten en un cazo diez huevos, con 200 gramos de azúcar; cuando se ha deshecho el azúcar, se echan dos huevos más, y se sigue batiendo; se agregan 200 gramos de manteca y 400 de harina. Se mezcla todo bien, se coloca en moldes de papel, y puestas al horno se cuecen.

No olvidó por esto D. Evaristo a sus parientes, que eran dos sobrinas, residentes la una en Astorga, la otra en Ponferrada. Ambas quedaban muy bien atendidas en el testamento; y en cuanto a los socorros que anualmente les enviaba, no perdió aquel año la memoria de esta obligación, a pesar de los muchos quebraderos de cabeza que tuvo.

Fue presbítero, y obtuvo un economato de los buenos, y fue llamado a predicar en San Isidro de León, y en Astorga, y en Villafranca y donde quiera que el canónigo Camoirán, famoso ya por su piedad, tenía influencia.

Había publicado unos estudios muy notables sobre las Cruzadas, escritos con tal fervoroso estilo que el obispo de Astorga le había mandado su bendición; y en cuantos artículos daba a la estampa seguían saliendo las catedrales góticas, de las cuales vivía profundamente enamorado.

Procedían éstas de todos los objetos, de todas las ilusiones, de todos los recuerdos, de mil fuentes diversas que manaban á un tiempo una corriente sin fin. Vínole al pensamiento no qué fragmento de historia, con el cual se unía la imagen de un obispo de Astorga, tan testarudo clérigo como intrépido soldado.

Con estas recreaciones se entreveraban de vez en cuando las de paseo y pesca en el yacht; en las cuales, excusado es decirlo, no tomaba parte, ni de lejos, el de los llanos de Astorga; y aun el mismo Bermúdez la tomaba de muy mala gana; tanto, que un día declaró a Nieves que no podía más con aquello.

A uno y otro lado de la gran puerta del fondo estaban las sillas de coro de las religiosas, y sentadas en ellas las señoras del consejo: la marquesa de Villasis ocupaba la esquina derecha, teniendo a su lado a la duquesa de Astorga.