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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Entróse para este fin, en una canoa el P. Neuman con el hermano Silvestre González y llegando cerca de ellos quería eficazmente entablar con ellos tratados de acuerdo.

El Padre Ministro de Espadal, tenido por el hombre más cuerdo de la Provincia no podía haber escrito esas palabras. Instintivamente, los tres religiosos se dirigieron a la portería para interrogar a Juan González, seguros de que se trataba de una broma. Pero Juan González, yacía en el suelo, boca arriba, con los ojos muy abiertos.

En casa le tenian hospedado, Nacido era en la villa de Oropesa; Del pobre Gil Gonzalez regalado, Comiendo de ordinario en propia mesa; Empero de sus padres mal criado, Y así de condicion mala y aviesa, Por sus grandes delitos y malicia Desterrado le habia la justicia.

Para encontrar algo parecido, no igualado, sería preciso remontarse a la época en que González Bravo ejercía de revolucionario en el famoso GuirigayTe confieso que yo me reí anoche un poco cuando leí el Heraldo; pero luego me puse serio. Indudablemente dije , yo soy un hombre terrible.

Pues adelante replicaba el Conde. Así fué el oficial indicando varios nombres, hasta que dijo: Don Braulio González. ¿De dónde ha venido? preguntó el Conde. De Sevilla contestó el oficial. ¿Es casado? volvió a preguntar el Conde.

JUAN GIRAUDOUX. La escuela de los indiferentes. Traducida del francés por Tomás Borrás. Simón el Patético. Traducida por Manuel Azaña. Lecturas para una sombra. Traducida por N. González Ruiz. FRANCIS JAMMES. Rosario al sol. Traducida del francés por Magda Donato. ANNIE VIVANTI. Los devoradores. Traducida del italiano por Cristóbal de Castro. ESCIPION SIGHELE. Eva moderna.

¡Cielos santos! Qué tramoya horrible, qué complicada conspiración contra una pobre niña inexperta. Ya no me habla el Padre González; me habla el general. Es su casa y no la de Narcisito desde donde me habla. ¿?... ¿Eh?... Hoy está conmigo más desaforado y más insolente que nunca. Mamá se ha puesto a jugar al tresillo con el doctor y con el Padre González.

Otro ratito de andar en silencio, y otra pregunta en seco de Nieves: ¿Conoce usted a Rufita González? ¡Quién no la conoce en Villavieja? contestó Leto. ¡Qué bachillera, eh?

XI, v. 162. Martial, lib. III, epístola 63, v. 5, lib. I, ad Taranium et passim. Plin., libro I, epíst. 15. González de Salas, Ilustración á la Poética de Aristóteles, sección 8.ª Jovellanos, Memoria sobre las diversiones públicas: Madrid, 1812, pág. 17. V. á Raynouard, Choix, etc., II, 242, 244, v. 40. Lope de Vega, Dorotea, tomo I. Pellicer, Notas al Don Quijote. Rojas, l. d., l. c.

Debemos advertir aquí, que la palabra cantares indicaba también poesías de forma dramática, como se deduce de las siguientes palabras de la carta del marqués de Santillana, ya citada: «Pedro González de Mendoza, mi abuelo, usó una manera de decir cantares así como cénicos, plautinos y terencianos, también en estrambotes como en serranas.» V. á Sánchez, l. c., pág. 16.

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