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Antonio González, lector incansable de novelas en varios tomos, creía en Juan Ort y otros personajes igualmente interesantes que venían á acabar su existencia en una tierra donde á nadie le preguntan su pasado.

El que ha pasado por ese trance, sabe que no es el más a propósito para entregarse a la improvisación poética... Sin darse cuenta de lo que Gutiérrez González hacía, pero reconociéndolo, el amigo se le acerca y le pregunta naturalmente: ¿Qué estás haciendo, Gregorio? Déjame, por Dios, Vicente, ¡Que estoy pasando actualmente Las penas del Purgatorio! contesta en el acto el incorregible poeta.

Pedro González de Mendoza. Fiestas y diversiones poéticas en la corte de Juan II. La comedieta de Pouza. Las estrofas de Mingo Revulgo. Poesías dialogadas de El cancionero general. Leyes contra la representación de dramas en las iglesias. El último ataque enérgico é impetuoso de los infieles contra los señoríos cristianos nacientes, acabó en 998 con la derrota de sus autores.

Le aconsejaban, dábanle indicaciones con arreglo a lo que ellos habían dicho o pensado decir al discutirse el presupuesto en tiempos de González Bravo, y acababan por murmurar con una sonrisa que le causaba escalofríos: Allá veremos: que quede usted bien.

Id 1431 Alfon Garcia Jardín, T. de reposteros 1442 Juan González Beniste y Manuel López, Ts. de oro y de sirgo 1450-53 Miguel de la Cueva y Diego Fernández Ts. de terciopelo 1475-79 Anton de Alanís y Daniel Sánchez, Ts. de oro y seda 1478 Siglo XVI

3 El Fénix de la Escritura, el glorioso San Jerónimo, de D. Francisco González de Bustos. 4 Cuando no se aguarda, de D. Francisco de Leiva Ramírez de Arellano. 5 No hay contra lealtad cautelas, del propio autor. 6 Amadís y Niquea, del propio autor. 7 Las tres coronaciones del Emperador Carlos V, de D. Fernando de Zárate. 8 De los hermanos amantes y piedad por fuerza, de D. Fernando de Zárate.

Al medio día era siempre de los retrasados, porque se levantaba tarde; por la noche era infaliblemente el primero. Rara vez, al entrar, encontraba ya allí a D. Evaristo González Feijoo o a Leopoldo Montes. La tertulia de la noche tenía su personal distinto de la del día, y eran pocos los que asistían a una y otra. Sólo Rubín era punto fijo en ambas.

Ayer habían salido los dos con Raquel y con Charito González y a la media hora volvieron. Adriana se sentía mareada, les pidió que la dejaran sola y se ocuparan ellos de todo. Después tomó un libro, estuvo dos o tres horas con el libro abierto en la falda sin volver una hoja. En fin ¿qué piensas ? Ernesto Molina meneó la cabeza. Esta muchacha se casa por lástima.

D. José Bagué. D. Juan Antonio Hernandez. Tenientes. D. Francisco Macedo. D. Felipe Galves. Alfereces. D. Gerónimo Gonzalez. D. Domingo Lorenzo. Ayudante. D. Bernardino Galves. Capellán. El presentado, Fray Juan Simon Rodriguez, del órden militar. Todos los expresados, á excepcion del capellan, son vecinos de la jurisdiccion de la Villa de Nuestra Señora de Lujan.

Si el Padre González hubiera sospechado siquiera lo perverso que es usted y el mal incurable que iba a causarme, de seguro que no le presenta a su hija de confesión, que soy yo... Allá veremos si, como usted pronostica, de este mi mal incurable se dice con toda verdad «que no hay mal que por bien no venga». Adiós; basta de charla. Temo que nos sorprendan.