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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Tras el contramaestre aparecieron corriendo muchos marineros, anunciando que el agua inundaba el interior del barco y que los caballos estaban en inmediato peligro. Obedeciendo las órdenes enérgicas de Golvín, afianzaron velas sobre el boquete abierto en el costado, operación dificilísima en aquellas circunstancias y que una vez terminada impidió, aunque no totalmente, la entrada del agua.

Y yo, exclamó Sir Oliver, prometo á mi excelso patrón Santiago de Compostela visitar su santuario allá en España, si me saca en bien de este trance, y comerme una carpa más cada día de vigilia, durante un año. ¡Cómo ruge el mar! ¿Qué decís, capitán? ¡Pasamos, pasamos! gritó Golvín, fija la vista en las rompientes más inmediatas á la proa. ¡Á la buena de Dios!

Cubrían el centro de la nave los atezados marinos de Southampton, gente aguerrida toda, armada con hachas de abordaje, mazas y picas. Su jefe el capitán Golvín hablaba con el barón á popa, escudriñando ambos el horizonte y vigilando el velamen y los dos timoneles. Dad orden, dijo el barón, de que ningún soldado ni marino se deje ver hasta que el clarín les mande tender los arcos.

Pero decidme, señor barón. Esos perros han visto ya el escudo y pendón que llevamos á proa y popa y saben que tenemos dos nobles á bordo, dijo Golvín. Ya había pensado yo en ello, pero no es de caballeros ni de jefes de tropas reales el ocultar su presencia.

Roger, más débil á cada momento que pasaba, oyó con admiración la voz tranquila del capitán que seguía mandando la maniobra con tanta calma como lo había hecho durante el combate. No deja de tener averías bastante graves nuestro pobre Galeón, dijo Golvín al señor de Morel apenas pudo hablarle.

Extraño sería que de tal reunión de bizarros caballeros no resultasen notables hechos de armas. Aquí está nuestra lancha, Butrón, y si es vuestro parecer iremos directamente á la abadía con nuestros escuderos, dejando á maese Golvín al cuidado de armas y bagajes y de su desembarque.

Junto á los toneles y como presidiendo la reunión, hallábanse el portaestandarte Reno, Simón, Tristán y otros tres ó cuatro arqueros veteranos, amén del valiente Golvín, capitán del Galeón Amarillo, que había ido á tomar unos tragos en compañía de sus alegres compañeros de viaje antes de emprender el de regreso á Inglaterra.

Fletó Roger el Galeón Amarillo, mandado por el mismo valiente capitán Golvín, y un mes después de su boda partió el joven señor de Munster para Sorel, acompañado de su fiel Tristán, á fin de averiguar si había llegado de Southampton el para ellos inolvidable galeón.

La primera vez que canté "La Molinera," dijo modestamente, fué en la taberna de Horla, cuando ni soñaba ser arquero. ¡Otro trago, camaradas! gritó Reno sumergiendo su enorme recipiente de cuero en el tonel. ¡Á la salud de la Guardia Blanca y de cuantos siguen el estandarte de las cinco rosas! ¡Por la guerra próxima y la victoria segura! brindó el capitán Golvín.

No se dirá que un noble se desarma voluntariamente porque le amenazan Eolo y Neptuno. Lo que haré será convocar sobre cubierta á la Guardia Blanca y aguardar con ella la buena ó mala suerte que el cielo nos depare. Pero ¿qué es aquello, maese Golvín? Por escasa que sea mi vista me parece no ser ésta la primera vez que contemplo aquellos dos promontorios, allá á la izquierda.

Palabra del Dia

hociquea

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