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Actualizado: 26 de junio de 2025
A nuestra derecha, del lado opuesto del rio, se levantaba un enorme peñasco abrupto, como una fortaleza, dominado por el castillo de Lauffen, que le da su nombre aleman á la caída: y al pié de ese romántico edificio, siguiendo el curso del rio, giraba un alto y verde collado que iba á perder su graciosa curba en un horizonte estrecho de bosques espesos que dominan el cauce.
Ni se crea que D. Miguel se mostraba tampoco obediente con sus superiores. Al obispo le costaba un trabajo inmenso entenderse con él. Si le mandaba una orden, el cura la archivaba sin darla cumplimiento; si giraba una visita, metíase en cama fingiéndose enfermo para no recibirle. Había concluido por no hacerle caso y dejarle pasar con la suya.
Vio otra vez la rueda, la inmensa rueda, imagen de la humanidad, que giraba y giraba sin cambiar de sitio, emprendiendo una ascensión tras otra, para pasar siempre por los mismos puntos. El enfermo, enardecido por aquella sensación de frescura, creyó poseer nuevos sentidos para darse cuenta de lo que le rodeaba.
Al extraño son de aquellas palabras, o acaso por obra del linimento, Fray Miguel imaginó que todo brincaba y giraba en torno suyo con rapidez vertiginosa; que los muros y el suelo se estremecían y amenazaban derrumbarse, y que el edificio no estaba parado y fijo sobre su cimiento, sino que iba lanzado por el espacio sin límites.
Yo he servío, muchachos decía; yo he hecho la guerra, y esto que preparáis ahora es lo mismo que una batalla. ¿Dónde tenéis la bandera? ¿Dónde está el general?... Por más que giraba en torno de él su mirada turbia, sólo veía grupos de gentes que parecían abobadas por una espera sin término. ¡Ni general, ni bandera! Malo, malo musitaba Zarandilla. Me paece que me güelvo al cortijo.
El verro, viéndose aplaudido, extremaba los movimientos y contorsiones, persiguiendo a su pareja, saliéndola al paso, envolviéndola en la complicada red de sus movimientos, mientras Margalida giraba y giraba con la vista baja, evitando el encuentro de sus ojos con los del temible galán.
No experimentó sorpresa al ver cómo giraba la puerta del camarote sin que apareciese alguien en el espacio recién abierto. Luego, Nélida entró de golpe, o más bien, saltó, con la alegría de un gimnasta que llega al final de una carrera de obstáculos.
Sobre el centro giraba una alidada ó fiducia con dos pínulas ó almenillas y dos agujeros en cada una; el primero grande cuanto cupiera un alfiler gordo, que servía para tomar la altura de las estrellas; el otro tan sutil cuanto cupiera una aguja de labrar, y éste servía para la altura del sol.
Vagaban padre e hijo, aturdidos por el ruido de la venta, estrujados por los codazos de la muchedumbre, e insensiblemente, atraídos por una fuerza misteriosa, iban a detenerse en la escalinata de la Lonja, frente a la famosa fachada de los Santos Juanes. La original veleta, el famoso pardalòt, giraba majestuosamente. ¡Mia, chiquio, qué pájaro...! ¡Cómo se menea...! decía el padre.
Un fuego hirviente giraba por mi cabeza, y un opio el más dulce señoreaba todo mi ser: mis ojos miraban todavía aquellos lindos caracteres dibujados con oro y azul, y mi mente, lanzada ya en la senda de las ilusiones, corría rápidamente tras las sombras engañosas de los paraísos aéreos: ¡oh Abenzeid, qué estado tan celestial!
Palabra del Dia
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